sábado, 30 de enero de 2010

Condesa, pero consorte

Hay un episodio en Crimen y castigo que se presta insuperable en relación con la última muestra de incompetencia de Esperanza Aguirre, ese complejo ser humano con el capricho del gobierno. Una mujer que acaba de enviudar de un funcionario alcohólico, en la desesperación de tener que ganarse la vida con la caridad, grita a su hijastra "parle-moi français, para que la gente vea que no somos pobres, sino de buena familia".
Parece que la condesa consorte estudió, cuando niña, en Inglaterra, aunque a juzgar por lo mal que habla en inglés, y por las barbaridades que dice en castellano, no debió de ser un portento, ni mucho el poso de buenas maneras adquiridas en aquel mundo tan antiguo, no obstante el dinero invertido por su familia en la educación de este preciado tesoro.
Nunca he comprendido el modo como José María Aznar repartió "los chuches" para formar el primer Gabinete con que se inició en el gobierno de los españoles para desgracia de toda la humanidad. Recuerdo que mucho se comentó que a Abel Matutes le adjudicara una tarea por encima de sus humanas posibilidades no más que por el dinero que su familia había puesto al servicio del Partido Popular, pero nada fue revelado de por qué los demás accidentes, y mucho menos, por qué Esperanza Aguirre, ni por qué con la cartera de Cultura, de nuevo, solicitud de un imposible. Pero así fue, y de aquellos delirios nacieron otros, y se encuentran hoy los madrileños con una úlcera que los consume, igual que si hubieran comido algo que no les cayera bien, algo vivo que patalea dentro de su estómago.
No es fácil imaginar a la Reina de los británicos gritando "¿por qué no te callas?" a nadie, ni lo es que Gordon Brown, que también comete faltas de ortografía en su lengua, prodigue tan lindas palabras a un enemigo político -abandónese ya la cursilería de "la rivalidad"-. Es más: Alberto Ruiz-Gallardón, que aunque no afila los colmillos con violencia es tan lobo como cualquiera de los que dirigen el Partido Popular, este alcalde que ha perdío el sentío, no se presenta a mi imaginación con la soberbia soez de la lideresa, y es seguro que los insultos que también debe dedicarle en privado mantienen todavía la mojigatería de colegio privado ya caducada en la presidentísima.
Me alegro porque pueda la ciudadanía ver lo que el poder oculta cuando Esperanza Aguirre lleva zapato alto y abre la boca, pero me supera una profunda tristeza ante la vulgaridad de la democracia. El único instrumento para obrar la comunidad de los hombres se desperdicia por la pobreza y por la ignorancia, tanto de aquellos que eligen como de quienes resultan electos, pero todos patéticos seres humanos esclavos de ideas que, por incomprendidas, redundan en su estupidez. Culpable es la ciudadanía por aupar a unos gobernantes viciados, y culpables también éstos, a quienes hay que descender a gorrazos del Olimpo que es su fantasía: entiéndase de una vez que las elecciones no eligen -ni podrían- a los mejores ni más aptos, y que si cuentan con alguna virtud, no otra que la de coronar a muchos pigmeos con el laurel de los analfabetos.
¡Joder! Y menudo circo hemos montao...


Yvs Jacob

miércoles, 27 de enero de 2010

Alonso Martínez. Los ricos también lloran

Abrí hace unos días la sección de obituarios urbanísticos y debo incluir hoy el asesinato de la Plaza de Santa Bárbara, lo que en Madrid se conoce como Alonso Martínez. He paseado por allí varias veces esta semana y he tenido la impresión de encontrarme en el aparcamiento de un centro comercial de Alcobendas, o de cualquier otro lugar de la desquiciada periferia madrileña, donde, gane quien gane las elecciones, triunfa siempre la fealdad -resulta de la siguiente relación: a poco presupuesto, poca imaginación, luego monstruosidad, luego pobreza.
Sé que quienes no somos ni vascos ni catalanes no podemos manifestar nuestro amor por la patria chica, nuestra ciudad, y menos si se trata de Madrid, siempre confundida por los vampiros del nacionalismo con una actitud injustificada, sólo en virtud de la sinécdoque. Pero a mí me duele Madrid, y como dirían algunos filósofos que en menos de un siglo han envejecido como nunca lo hará Platón, me duele igual que "si la vida me fuera en ello".
Nunca he votado -ni podría- al Partido Popular, porque creo que España es un país de trabajadores en el que las condesas consortes deberían quedarse en casa viendo a la mucama enjabonar la porcelana. Pero es también un país con dificultades para reconocer la inteligencia, lo cual aprovechan algunos pastores de hombres para arrogarse derechos que sólo pueden corresponder a su fantasía, como lo es derecho a destruir lo que no pertenece sino a todos. Ese derecho imaginario deriva de la figura más singular de la democracia, la mayoría absoluta, que libera a los demócratas del Partido Popular de lo que temen con mayor agudeza: el acuerdo, el consenso, el respeto de la voluntad de los otros... Si para el nazismo era derecho todo lo que convenía al pueblo, para el Partido Popular conviene al pueblo todo lo que hagan sus dirigentes con la mayoría absoluta. Obsérvese que el Partido Popular apenas puede gobernar en algún sitio sin ella, puesto que casi todas las demás formaciones políticas encuentran repugnante su asociación.
Hace años, cuando la ciudad la maltrataba aquel Álvarez del Manzano que tanto amaba a su esposa, la transformación de la Plaza de Olavide en un corral de rodeo llevó a sus vecinos a presentar tan serias amenazas que tuvo que rectificarse y ser devuelta a su estado original, más burgués y castizo -así es Chamberí-. Respecto de Álvarez del Manzano, conviene recordar que, si de algunos dirigentes del Partido Popular no sabemos si se pagan o no los trajes, de otros no supimos cómo pagaban los viajes... de la amadísima esposa.
Silenciosamente, la falta de respuesta por parte de la ciudadanía es una puerta abierta a que continúe el asesinato del espacio urbano, que no es propiedad de ningún Gobierno. Como el derecho a la belleza es inalienable, y ya decía Erasmo que la vida no merece la pena sin deleite, o el pueblo de Madrid despierta de su negligencia para con la intimidad de su entorno, o terminaremos confundiendo nuestras avenidas con las pistas de un aeropuerto; y, por el momento, lo demás ya lo tenemos.


Yvs Jacob

Cuando Joaquín Leguina defiende a Esperanza Aguirre...

Muy mal está la cosa para recuperar Madrid.
Como es habitual en quienes pueden publicar por el mero hecho de haber asomado, con fortuna o sin ella, en una grieta de la historia, Joaquín Leguina tiene nuevo libro y se ha ido con él bajo el brazo a las televisiones para dar su opinión acerca del mundo actual. Los libros de Leguina, desapercibidos para la izquierda, son, no obstante, valiosísimos para la derecha, para su periodismo de guerra, el de los corresponsales del interior, porque aprovechan lo que Leguina llama "libertad para la discrepancia" como instrumento de desgaste político respecto del Gobierno socialista, al que ya queda muy poco material resistente.
No lo conozco en persona, pero se aprecia que es Leguina alguien terriblemente antipático; y, también, algo de resentimiento, quizá confundido con esa antipatía, brota cuando habla de Rodríguez Zapatero. Tal vez sea acertada su crítica al nuevo PSOE, que al caer en manos de una generación posterior ha limpiado a quienes, como Leguina, pertenecían a un mundo envejecido a gran velocidad. No culpo tanto al nuevo PSOE como apelo a cierta comprensión: por mucho que sea todo la misma mierda, hay algo en el presente que lo separa de los tiempos en que los socialistas conocieron la omnipresencia. Además, aunque Leguina afirme que el PSOE de ahora ha abandonado parte del socialismo, cabe recordar que a Felipe González ya se lo acusó de gobernar con un programa de derechas, y si se piensa en los contratos de trabajo que muchos hemos padecido, se comprenderá que el gusto por la modernidad anterior todavía nos está escociendo en el ano.
Pero lo más llamativo de las charlas con Leguina no ha sido que discrepara de Rodríguez Zapatero, sino el modo como ha echado una mano a Tomás Goméz, ese oscuro aspirante que quiere recuperar Madrid sin haber pisado la Asamblea. Decía Leguina que no es cierto que se esté privatizando la sanidad pública madrileña, y que argumentos como ése, esto es, falsos, no conducirían al PSOE de Madrid al gobierno. Yo no sé a qué hospital acude Leguina, pero el centro que me corresponde, muy cerca de la Puerta de Toledo, ya cuenta con una gestión privada -¡y muchas pantallas gigantes de televisión-!, y así lo denuncian los cartelones que los trabajadores, lo que suele llamarse "profesionales de la sanidad", han colgado, casi compitiendo con los que también decoran el parque de bomberos que hay enfrente. Luego, si Tomás Gómez es "una persona muy valiosa a la que hay que ayudar", será mejor que no vayan unos por ahí diciendo una cosa y otros, su contraria. Esto, tan productivo para el Partido Popular, perjudica mucho a los socialistas, quizá porque el votante de izquierdas es más sensible, y cuando la ciudadanía no ve algo con claridad, tampoco hace esfuerzos para despejarlo, y el día de las elecciones se queda en casa tocándose los pendereckis...
Si Leguina quiere ayudar, a mí se me ocurre que abandone la prosa y se concentre en la belleza de la estadística; yo no sé si Madrid, pero algo de fe recuperaríamos...


Yvs Jacob

lunes, 25 de enero de 2010

Abusar de la representatividad. ¿Y por qué no un referéndum?

No es necesaria ninguna agudeza para afirmar que en España no existe la democracia. Cierto que no es sólo culpa del Partido Popular, por mucho que defienda una posición en un momento y su contraria apenas un instante después, variabilidad, que no versatilidad, dolosa y desconcertante que presenta demasiadas dudas al votante menos apasionado, uno al que el fanatismo de trinchera no ha consumido, no obstante decidir desde prejuicios insalvables. Así, el carácter más diabólico que juguetón del Partido Popular rebaja la democracia a un estado accidental y propenso a la inseguridad.
Es habitual, pues, en España, la fugacidad del enamoramiento, y tan pronto como nos alzamos con el premio de la voluptuosidad por quererlo todo, lo abandonamos a su suerte. Esto es un problema cuando lo que se abandona son residuos nucleares, aunque se aprecia que con la mierda sucede igual que con todo lo demás: unos la apartan de sí y otros viven de ella, aunque, en general, todos vivamos en...
Los ayuntamientos de España han iniciado la competición por hacerse con unos recursos económicos que no poseen debido al autoengaño que ha obnubilado a los españoles durante décadas, al negarse a ser el pueblo de campesinos que siempre ha sido, al no haber desarrollado ninguna industria poderosa que se mantuviera y al haber confiado sólo al turismo su riqueza. Como era de esperar, no todos los alcaldes entienden igual en qué consiste la democracia, y ante la posibilidad de acoger el cementerio nuclear, los hay que se han precipitado y convocado un pleno, cuando de lo que se trata no es de escuchar a los representantes, sino a los ciudadanos. La democracia no consiste en votar una vez, sino en participar siempre; consiste en comprender los intereses propios y los de cada uno, y en buscar la manera de que sea beneficiado el todo, el conjunto, lo que no significa decir "sí" siempre. Debe admitirse de una vez que en cuestiones delicadas, ya se trate de la identidad de un pueblo o de las estrategias que ponga en marcha para su supervivencia, la representatividad no tiene legitimidad, y recupera su derecho a decidir el ciudadano que lo ha enajenado temporalmente. En pocas palabras, no es lo mismo decidir si se quiere vivir al lado de una central nuclear que sufragar una romería para ir por nabos; por muy discutible que sea en qué invertir el dinero de todos, más importante es la vida de cada uno, y me alineo con ese ciudadano que defienda que hay cuestiones en que no lo representa ni Dios.
Bien diferente es acatar la voluntad de la mayoría, actitud de los demócratas, después de haber pujado por imponer a los demás el propio punto de vista -actitud de los demócratas con dos grandes cojones-.
Una deliciosa paradoja final. En su Leviathan, Thomas Hobbes, que defendió un absolutismo íntimo con la monarquía ilustrada que obsesionaba a Platón, sostiene que hay ocasiones en que un rey debe ir a la guerra porque así lo pide su pueblo. La petición resulta extravagante y de muy complicada evaluación, pero divertida, puesto que un monarca absoluto sólo debería contar con lo que se le pusiera en sus absolutísimas pelotas para obrar a su antojo. En la incorruptible democracia moderna, los gobernantes van a la guerra aunque no lo quiera su pueblo, aunque no hayan sido "elegidos para eso", y como la muerte y el riesgo adoptan múltiples formas, no es necesario ir a la guerra para que un pueblo viva preocupado por su salud o por la locura de quienes lo gobiernan.
Éste, y no otro, queridos amigos, es nuestro mundo, y será mejor que vayamos espabilando.


Yvs Jacob

miércoles, 20 de enero de 2010

El "caso Llamazares"

Llevo un par de días sin parar de reír. Que la CIA haya tomado como imagen de base para retratar el posible aspecto actual del terrorista más audaz y buscado del planeta un cartel electoral con el rostro de Gaspar Llamazares, portavoz y único representante en el Congreso de IU, me parece el acontecimiento más disparatadamente genial y divertido desde la huida del director de la Guardia Civil Luis Roldán.
Aunque considero que votar a IU en la particular situación de la democracia española es igual que abrir la puerta a la soberbia del Partido Popular, me declaro herido por la falta que la CIA ha cometido al abusar de un hombre honesto y con principios: ¡esa idea tenía que haber sido mía!
De todas las personas que por su mayor o menor celebridad son reconocibles un día cualquiera por las calles de Madrid, sin duda, hay en Gaspar Llamazares alguien a quien la gente no teme manifestar su estado de ánimo. Yo me lo he encontrado en multitud de ocasiones, y siempre solo -quiero decir sin seguridad, algo que se agradece cuando se constatan los cinco coches que necesita la Presidenta de la Comunidad, condesa consorte y liderísima, para pasearse de almuerzo a almuerzo, ínterin obligado, la inauguración de una sala de hospital o de una parada de taxis-.
Durante el último desmadre étnico en Chueca, no recuerdo ya qué se celebraba, unos punkarrillas destartalados reconocieron al bueno de Gaspar, y como los punkarrillas están muy al día, uno se apresuró a hacerse unas fotografías con una Nikon de gran potencia con alguien que, en su universo, aparece en televisión, probablemente en Gran Hermano, porque le sonaba su cara.
Querido Gaspar: no te preocupes si, por ser un político de izquierdas, te tiene fichado la CIA. A los políticos de derechas ya los fichamos nosotros, y también pasamos un buen rato.
Por cierto que en la Poética de Aristóteles se advierte aquello de "mejor lo verosímil, aunque falso, que lo verdadero inverisímil". No obstante, si la realidad consigue que des palmadas con los testículos, yo la prefiero siempre, pero, entonces, más, mucho más.


Yvs Jacob

domingo, 17 de enero de 2010

Sorayita, ¿quién te riza el pelo?

Estoy espantado por el aspecto más actual de Soraya Sáenz de Santamaría. De natural, el Partido Popular me produce tristeza y es mi fuente para la melancolía cuando me abandono a la divagación de un mundo habitado por seres humanos. Nunca sucederá. Pero la desesperación que devora a esta formación política alcanza cotas inimaginables para las buenas personas, y cuanto más cerca se siente de recuperar el gobierno de la nación, más aumenta el número de sus despropósitos -véanse las fotografías de Mariano Rajoy haciendo el indio cerca de una oficina del INEM o, en general, el código de buenas prácticas, sobre el que me extenderé en otra ocasión-.
Para el Partido Popular, quizá no son los hombres más que pollinos, pollinos a los que hay que ganarse; esta actitud se expresa en política con el principio de "acercarse a la gente", igual que si el político fuera un ser venido de otra dimensión ontológica, cuando no es en realidad más que un brote, otro más, del populacho cerril que se ha especializado en un modo de vida. ¡Menudo misterio!
"Acercarse a la gente", "pasar por uno más" o serlo... fantasías todas de los políticos y excusas de los salarios que cobran sus asesores, acaso unos buenos amigos a quienes el poder de moldear a los poderosos y sus aspirantes ha engañado como el poder mismo.
No obstante, que los políticos son "de los nuestros" ya lo sabemos los ciudadanos, y su esfuerzo porque ese lema se haga realidad sólo consigue presentarnos lo mucho que la actividad pública les distorsiona la comprensión de la realidad: lamentablemente, no somos gilipollas.
Para que Sorayita abandone su aspecto de abstemia y de brillante opositora, alguien le ha sugerido que "conecte" con su generación, que adopte el modo urbano y desenfadado de la juventud, puesto que una vez absorbidos todos los abueletes durante los años bravos de la contienda en su fase democrática, resta trabajarse a los jóvenes que todavía no hayan certificado que la actual crisis económica es culpa del presidente Rodríguez Zapatero.
Si Sorayita ha acertado o no con su nuevo aspecto, no es fácil decirlo, God only knows! La melena leonina que ahora gasta parece, desde luego, más humana: hay quien consigue con mucho dinero lo que otros con sólo el maltrato de la vida y unas sábanas sucias. Si la estrategia es buena para ganar votos..., habrá que verlo, aunque por la fuerza de atracción que tiene lo simple, es seguro que algunos votos recibirá el Partido Popular por ese saneado de las puntas.
Personalmente, yo prefiero a Sorayita con el jersey a lo "de Cospedal", con el cuello redondo de las monjitas, porque en ello no hay engaño: son los que son y parecen lo que parecen.


Yvs Jacob

viernes, 15 de enero de 2010

Miedo, tengo miedo... (A doña Milagros del Corral)

El futuro de Internet está al rojo vivo en España; y yo, acojonado. No sé si tengo más miedo a las asociaciones de internautas que defienden mis derechos elementales y civiles o a la Directora de la Biblioteca Nacional, cuyo simpático empeño de conservar la producción de quienes escriben en un blog como patrimonio cultural me ha negado el sueño por tres noches seguidas.
Un poco de sinceridad: en el 98% de los blogs no hay más que mierda y gilipolleces. El blog parte del principio de que cualquiera tiene algo que decir, ¡el blog es democrático!, pero la democracia es defectuosa, al menos en tanto que analfabeta, y eso no lo resuelven la libertad de expresión ni su cagalera verborreica. Por lo demás, todo el mundo piensa que la mierda la escriben otros, lo cual no detiene la incesante producción de tanta mierda. Resta el deseado 2%, el exclusivo reducto libre de... faltas de ortografía, porque no de otra cosa se trata.
No obstante, la iniciativa de Milagros del Corral me agrada si de verdad consigue preservar alguna flor extraña, y me ofrezco para colaborar en la exigente tarea de abrir sitio en el invernadero. Ahora bien, líbrome de la incompetencia al solicitar un puesto a la altura de mi carácter noble y de mi inteligencia vivaracha y jovial, porque me sucede como a Diógenes de Sinope, que interrogado por los piratas que habían secuestrado la embarcación en que viajaba "¿qué sabes hacer tú?", contestó lo que mejor se ajusta a mi alma: "jefe; yo sólo sé vivir y mandar". Luego espero que la Directora me acoja en algún despachito por tiempo indefinido o final de obra y me asigne esa categoría ya en desuso pero tan bella en el pasado: censor, yo quiero ser censor de blogs en la Oficina de Patrimonio de la Biblioteca Nacional...
¡Ah, mundo maravilloso!


Yvs Jacob

miércoles, 13 de enero de 2010

La sensibilidad en el culo de Fernando Sánchez Dragó

Ocurrió de nuevo en la deliciosa Telemadrid. Ya he dicho alguna vez que de cuando en cuando, no sin precauciones, me asomo al programa literario de Sánchez Dragó. Las medidas que tomo son comprensibles, y no falta entre ellas una bebida bien fuerte de las que embellecen la madrugada, la hora en que vivimos despiertos los soñadores y los lectores de Marcel Proust.
Tengo que admitir que en ocasiones no es el presentador lo peor del programa, aunque siempre hacen presencia su servilismo y unas dosis de juicio torticero, "marca de la casa". Lo lamentable lo traen sus invitados, quienes, aprovechando la publicidad personal que la pequeña pantalla les concede como gracia accidental, se destapan impúdicos en su transformación en las personas interesantísimas y sabias que no son, y así, en su delirio, agarro el cuello de la botella de whisky y no sé muy bien si beber el veneno o derramarlo sobre mis ojos.
La última noche en blanco que pasé con Sánchez Dragó tuvo como invitado a Alberto Vázquez-Figeroa. No obstante no haber leído ninguna de sus obras, aprecio sin esfuerzo que se trata de una persona de fina sensibilidad. En mi "adolessensia", que diría el autor tinerfeño -que diría un periodista, o "el de Tenerife", más al gusto de los casposos profesores universitarios de la filología hispánica-, mi padre me obsequiaba tras algún viaje con una muestra de su exotismo tropical recién adquirida en el aeropuerto, y siempre con la intención de hacer de mi la buena persona en que me convertido por otros medios. Por supuesto que no me siento capacitado para determinar qué lugar le corresponde a Vázquez-Figueroa dentro de la literatura en castellano, pero le pido al Dios de Benedicto que haya otorgado a este creador infatigable el premio de haber escrito algo bueno, aunque sólo sea una miserable obra.
Por lo demás, la charla con Sánchez Dragó transcurrió desenfadada y hasta tierna, pero el microclima se quebró cuando el sagaz inquisidor al servicio de la "lideresa" dirigió al hiperestésico Vázquez-Figeroa unas palabras terribles sobre su madre, que por natural elegancia no reproduciré aquí. Al tinerfeño, las lágrimas le saturaban el párpado inferior, incrédulo, aunque no rompió aguas, si bien fue el habla lo que expiró... por unos instantes. Inmediatamente, apagué el televisor, conmocionado, y di unos golpes a mis vecinos de abajo porque me había acordado de que se los debía de la noche anterior.
Si Sánchez Dragó fuera de verdad un escritor, ¡la de eufemismos que podría emplear! Pero, no... ¡Qué tosquedad más inoportuna! La escuela de Aguirre...


Yvs Jacob

martes, 12 de enero de 2010

Un paseo por el universo virtual de Juan José Güemes

Algo que se aprecia inmediatamente ante una imagen de Juan José Güemes o de su jefa, liderísima Esperanza, es que hay muchos ciudadanos que votan en un sistema democrático a los mismos que gobernarían si la democracia no existiera. Pero dígase bien: la democracia no existe, no por el momento, y es por ello que me producen diarrea y risa los nacionalismos, y en general, todas las tendencias que buscan votos con redes a la deriva, porque abusan del analfabetismo de la población para alimentar con borregos -¡número!- una ideología famélica de razón.
Doña Esperanza ya tiene una edad, aunque es seguro que la veremos rejuvenecer milagrosamente en los carteles electorales de 2011; no obstante, Güemes -"pelolengua" conocido- representa al tipo de hombre joven del Partido Popular, un triunfador que no tiene más mérito que estar presente en el momento en que se reparte la caza mayor, puesto que para ganar las elecciones en Madrid, tierra de señores muy antiguos, no hace falta ninguna revelación de un carácter excepcional: el tiempo y el franquismo ya hicieron su trabajo.
El constante triunfo de la derecha en la Comunidad y en el Ayuntamiento sí revela la estupidez del electorado, un tema tabú en democracia, pero que necesita de una sincera y libre investigación.
La juventud de Güemes lo descarta para ocupar puestos de importancia dentro de las instituciones públicas, pero es cierto que sale muy bien en las fotos -admíreselo en su despacho-, y que cumple con el perfil que muchos otros mozalbetes melenudos cultivan con disciplina, más apto para trabajar en el despacho de papá que para relacionarse con los ciudadanos. (La política de verdad, por mucho que en España no se la respete, necesita de experiencias más intensas que haber sido elegido delegado de curso en el "preu").
Se trata, obviamente, de la levedad del cargo, ya que el trabajo duro lo hacen los técnicos, no sin el incordio de algún que otro vampiro leguleyo, y los políticos de esta derecha se pasean, acuden a encuentros, almuerzan... Almuerzan mucho. En definitiva, se muestran, y este su "mostrarse", que dirían los orteguianos más heideggerianos, es para ellos "hacer algo": gobernar. Mucho me temo que no.
Un rápido vistazo a la entrada en facebook de Güemes y a su blog es suficiente para observar que los males de la derecha siguen latentes en su generación: arrogancia, soberbia, prepotencia intolerancia y entrometimiento... Se confirma, pues, que el debate entre derecha e izquierda todavía existe, que no son en absoluto categorías desplazadas por otras que algunos periodistas ya seniles llaman "buenas o malas políticas", y que si España es una tierra de voto fiel, ello se debe a que el estilo de la derecha no deja lugar a otras opciones: la dignidad obliga al odio.


Yvs Jacob

lunes, 11 de enero de 2010

Los caprichos del clima y el Gobierno de la región

Era ya muy tarde cuando me decidí a repasar la actualidad informativa en los programas de la madrugada. La nieve había caído durante horas y lo que puede llamarse "la situación" empezaba a ponerse divertida. De una cadena a otra, llegué por fin a mi amada Telemadrid. Inmediatamente me captó el tipo de individuos que esta factoría de la opinión contrata; la manera como se peinan, visten... No parecían vulgares presentadores, por mucha que fuera su vulgaridad, sino politicuchos segundones al estilo de la derecha española con el traje de un acontecimiento que, por familiar, está condenado a lo hortera. Era de apreciar su cansancio, notable también, como se dice en el medio, "en quienes están detrás de las cámaras". Los pequeños titulares que siempre acompañan a la noticia a modo de resumen habían sido abandonados a la más absoluta hilaridad: "lo más preocupante ahora es el hielo", "un nuevo frente va a venir acompañado de lluvia"... Me estaba descojonando.
Tan despierto y de buen humor, encontré oportuno esperar a que comenzara The Day of the Jackal, película inaceptable en el estado actual del cine, aunque, sin duda, entretenida. Mientras tanto, Telemadrid conectaba en directo con las autoridades aún despiertas un domingo por la noche, de madrugada, con una crisis golpeando a su puerta. Daba la impresión de que los peces gordos gestionaban su papel desde casita, donde cabe suponer que los gobernantes de la derecha cuentan con un bonito despachito -quién sabe si hasta con obras de arte-... Nada que ver con los "gabinetes" tan propios de la izquierda, donde se acumula tanta gente como cigarrillos.
Pero salvo alguna primera figura, la madrugada de trabajo era obra de los sub-, vice- y escalones similares. A los de más arriba les ha tocado repartirse esta mañana por los medios para asegurar a la ciudadanía madrileña que Madrid funciona. La insistencia en el mensaje dejaba traslucir cierta sorpresa: ¡oye, que Madrid funciona! ¿Lo puedes creer? Lo decían nuestros gobernantes para que ajustásemos sus esfuerzos a lo que había sido hecho como lo mejor posible, para que nadie dudara de que era eso y nada más que eso lo que se podía hacer... No obstante, Cadena Ser Madrid esta mañana ha encontrado algunos puntos débiles, como cabía esperar. Uno muy singular se debía a un conflicto de competencias entre el Gobierno regional y los ayuntamientos de Majadahonda o Pozuelo de Alarcón. Según la Comunidad, a los ayuntamientos correspondía limpiar el acceso a las vías principales que comunican con la capital, aunque parece que se lo pasaron por las pelotas. Esta variedad de boicoteo que se ha hecho la derecha a sí misma tiene algo de novedoso. La escuela de Esperanza Aguirre ha aleccionado tan bien a sus discípulos que algunos han perdido la visión del objetivo a favor del medio mismo. Pero es así como Madrid funciona...


Yvs Jacob

domingo, 10 de enero de 2010

El Patio Maravillas

Compasión me ha despertado uno de esos gritones que siempre hay cuando los medios de comunicación significan algún acontecimiento con su presencia al decir que "el Patio Maravillas iba a continuar con la lucha". La lucha... ¿qué coño será la lucha? Aunque se dedicaran a leer Das Kapital, como el célebre y eterno seminario de la Facultad de Filosofía de la Complutense, es probable que entendieran muy poco de aquello en que consiste "la lucha".
No deben confundirse las microanarquías -que diría Peter Sloterdijk- con la auténtica revolución. Las primeras son y serán siempre posibles en el Estado democrático -yo mismo, por ejemplo, intento hacer siempre lo que me sale de los cojones-, pero la segunda hace tiempo que fue enterrada y nunca tendrá otra oportunidad, no al menos en el privilegiado Occidente.
Divertidas eran también las declaraciones de los vecinos del barrio de Malasaña en defensa del anarquismo pandillero. Varios emplearon el término "cultura", que siempre me produce escalofríos. Pero me aterró el slogan: "un desalojo, otra ocupación", porque eso que llaman "lucha" consiste en llenar un edificio vacío de pancartas pintadas con citas complejísimas de los más variados pensadores sociales en un espectro generoso desde El Che hasta Mario Benedetti, y no es más, en el fondo, que un nuevo daño al urbanismo, un daño además concienzudo.
Nada tengo en contra de quienes han encontrado la dirección de su vida en el consumo de marihuana, y comprendo la justicia de ocupar lo que está vacío y olvidado, especialmente cuando el objetivo es un bello edificio de los que en silencio ocultan muchas calles de Madrid. Pero no soy partidario del concepto rastafari de arte, y puestos a continuar con la lucha, se podría devolver cada edificio ocupado al esplendor de una revolución modernista, convertirlo en una obra única que resultara del trabajo delicado de múltiples talentos, cada uno dedicado a un aspecto de su composición total. Se trataría entonces de una obra de arte, de un objeto de cultura, y sus inquilinos serían microanarquistas también, pero ya no "fumetas" ni "punkarrillas", ni mucho menos poetas "hip-hoperos" o espitas de pintura rápida suplicantes todos por la inquietud del carril-bici.
¡Ay! ¡Algunos espíritus revolucionarios deberían dar guerra en el patio de su casa!


Yvs Jacob

jueves, 7 de enero de 2010

Escáneres corporales... ¡Si es que somos subnormales!

EEUU ya lo ha conseguido. Gran Hermano ha puesto en marcha el último grito en esclavitud, y el logro no es poco, puesto que ha sido precisamente Europa la que se ha encerrado en el laberinto de la psicosis, enfermedad provocada con sabiduría por el amigo americano, y de nada servirá mencionar valores como la dignidad o la integridad y el honor cuando la seguridad reclama la atención más exclusiva.
Pero todo es muy sospechoso: presos yemeníes en Guantánamo a punto de ser trasladados; el intento de atentado en el vuelo de Detroit; dos empresas americanas como únicos fabricantes de los escáneres corporales... Hasta el tétrico simulacro provocado por las autoridades eslovacas parece una contribución al macabro juego que EEUU ha abierto a la participación de todo el mundo.
No es fácil creer que la seguridad fallara; no al menos en el estado actual del mundo, un mundo en el cual es la guerra una actividad altamente lucrativa. Más bien parece que se ha dejado que fallara, sólo que "esta vez" el fallo ha sido controlado, y no hay que lamentar que la población -no exactamente inocente, pues el pueblo inactivo es siempre cómplice de sus Gobiernos- haya padecido por el desvío de la inteligencia.
Aquí hay mucho pescado... y todo podrido.


Yvs Jacob

miércoles, 6 de enero de 2010

El Ayuntamiento de Madrid asesina el Paseo de Recoletos

¡Qué desgracia, amigos! Apenas me queda fe en el gobierno de los hombres, la exuberancia de su estupidez me ha consumido entero, y me declaro indefenso cuando intento luchar contra la voluntad de sus pastores mezquinos, aquellos que se alzan con el cetro y con las llaves de la ciudad al vencer en la competición de estafar a la ciudadanía.
Era de temer. En busca de un poco de paz caminé por la sagrada cuadrícula del Barrio de Salamanca hace unos días, y ya me devolvía a la modestia cuando un impulso quiso llevarme hacia el Paseo de Recoletos... ¡Qué llanto no merecía tanto vandalismo! Si hay un "terrorismo de Estado", no debe descuidarse su forma legal y tolerada: el "vandalismo institucional". Se sirve del urbanismo, obsesión predilecta, y guarda fidelidad al lema de la destrucción: si algo puede ser feo, ¡manos a la obra!
En estos tiempos en que la actividad consultiva se ha profesionalizado como nunca antes en la historia, en este presente maléfico donde muy competentes sabios son arrimados a la fragua del buen gobierno, parece mentira que pueda resultar de tantas mentes preclaras el disparate de privar a un pueblo de los emblemas de su identidad. No hace muchos años era Madrid una ciudad vieja, casi decadente, descuidada, tal vez, pero encantadora. Tenía entonces lo que puede llamarse "sabor", algo propio, suyo, inimitable y sin envidia. Pero la ambición de convertir a la ciudad en una más por su vulgaridad entre las grandes capitales europeas ha empezado a cobrarse víctimas, y la balanza entre el acierto y la barbarie se ha decidido por la última.
Tal vez los artífices de este atentado contra la salud pública desconocían el terreno... Tal vez ni siquiera son madrileños... ¿Se tratará de aventureros extranjeros que hacen las Españas, corrida la voz de que estamos dispuestos a perder la dignidad con tal de que se nos considere modernos, ya no provincianos o paletos...? Pero al emprender lo que ellos juzgaban "la modernizacion" nos han entregado la más funesta degradación de un paraíso urbano al que no amenazaba ninguna necesidad, sino la miope vanidad de algún político.
¡Nos han robado la ciudad! Primero fue la Plaza de Callao... Murió después el Paseo de Recoletos...
No creo que pueda soportarlo...


Yvs Jacob

lunes, 4 de enero de 2010

Algo pasa con Benedicto

Me preocupa el Santo Padre. El terrible episodio del carnaval navideño es sin duda un acontecimiento dentro de la historia del cristianismo. No muy a menudo un Papa es agredido, no obstante su pretenciosa e impúdica atribución como intermediario de los misterios, pero temo especialmente que haya sufrido su imagen divina y que, en adelante, se lo reconozca en su condición humana con la indiferencia democrática que merecemos todos los hombres. ¡Sería el final de la Iglesia! Precisamente ahora que el Ayuntamiento de Madrid aborda las obras que resultarán en una bonita "ciudad de los fieles", allá de las envidiables "vistillas".
De nuevo hablaron los medios de comunicación de una mujer con trastorno psicológico, aunque muy atlética, cierto; diríase además que logró una concentración de alta prueba deportiva antes del salto y mucha decisión, aspectos de indudable salud mental.
Es divertido, porque cuando aparecen en la televisión los musulmanes desmadrados en seguida se piensa que están todos locos, aunque en realidad es el suyo un problema tan cultural como político; pero si Benedicto se pasea por la basílica repartiendo bendiciones de incienso arropado por su seguridad personal, entonces se habla de un hombre santo, y nadie sospecharía de quienes las reciben ni de quienes las ansían desde su hogar que participan de una orgía de fantasía más preocupante en otros periodos de la historia de la humanidad.
También en otro periodo de la personal historia de Benedicto hubiera sido más difícil el placaje, o su amago, por parte de la deportista perturbada: ya me hubiera gustado a mí ver al Santo Padre desenvolverse en unas lecciones de caza con sus camaradas de las Juventudes Hitlerianas... ¡Jocosa ironía la que gasta el Creador!
Yo sospecho que todo se va preparando para el desembarco de Rouco: a la Iglesia ya le hace falta un Papa español, ¡coño!


Yvs Jacob

domingo, 3 de enero de 2010

TVE "sin publi"

Aunque sólo sea por la belleza de su practicidad, no me opongo al principio básico: si algo funciona, y funciona bien, ¿para qué tocarlo? No comprendo en absoluto la necesidad de suprimir de la televisión pública la publicidad mediante la cual se financiaba en gran parte, una medida ineficaz de todo punto cuando sólo afecta a una fuente particular entre todas las posibles que pujan por arrimar al borreguillo a su estanque. Es más, en busca de una "televisión de calidad", como dicen los expertos (?), lo más insultante para la dignidad del espectador, cuando se trata de un ser humano, no se corresponde con las promociones comerciales, tan espantosas como son en su mayoría, sino con el espectáculo en que los propios seres humanos se han convertido unos para otros, y eso no parece que haya sido eliminado.
En muchas ocasiones he declarado mi publifobia por su contribución al imparable proceso de afeamiento del mundo urbano. Tanto la publicidad repartida en mano como la que llena mi buzón cada día fustigan con furia mi espíritu, y no de otra manera reacciona mi sensibilidad aristocrática ante los despliegues técnicos que sitúan a los comerciantes en el universo... Sin duda, en el universo de los horteras. La publicidad ha rebajado la belleza del mundo a la altura de las almas de los depravados, algo que siempre sucede cuando una actividad se convierte en el modo de vida de alguien, y por cuyo beneficio tenemos que pagar irremediablemente todos los demás. Se aprecia, por lo tanto, que el capitalismo no pasa por alto ningún aspecto ni ámbito de la vida, que su crueldad carece de límites, y todo ello con el consentimiento de la propia humanidad, que sólo lamenta no contar con medios para detenerlo, igual que si lo hubieran enviado desde Marte o Júpiter, y la tecnología, en su estado actual, se mostrará insuficiente para contrarrestar sus efectos nocivísimos... ¡Formidable papanatismo!
Quienes nos hemos preguntado qué coño va a emitir la televisión pública estatal en lugar de la enciclopedia dosificada para ser un campeón en el lanzamiento de cerebro hemos constatado el alargamiento de algunos programas, y en particular, del delicioso espacio dedicado a la información meteorológica. "Ver el tiempo" se ha convertido en un auténtico desafío: es imposible prestar atención a alguien que vomita como un opositor ante un tribunal de ineptos.
La población incapaz de superar esa prueba de madurez puede vagar paciente por La 2 y Teledeporte mientras comienzan su película o serie favorita sin cortes publicitarios. Es posible que se reencuentre con un partido de fútbol jugado en el mes de noviembre o con una etapa del Tour de France... Cosas de la educación bienintencionada: no es lo mismo volver a alguien gilipollas que dejarlo como está. Y así es.


Yvs Jacob

viernes, 1 de enero de 2010

Año nuevo entre tanta mierda

Mucho sufrí anoche cuando salí a pasear con la intención de conocer bien de cerca los hábitos y costumbres de una muestra generosa de seres humanos que celebraba la llegada del nuevo año en el centro de Madrid.
Seres humanos creía yo que eran, pero inmediatamente me descubrí prisionero de una variopinta fauna bulliciosa y desatada por la destrucción de su hábitat. Si hubieran sido seres humanos, podría haber advertido en ellos el modo en que se divertían, pero lo que estos animales llamaban "diversión" no era más que una grotesca realización apocalíptica, ausentes los elementos poéticos del bello pasaje bíblico.
Caí en la tentación de disculpar a los políticos, puesto que no sólo el dinero es la materia con la cual deben tratar, pues lo hacen también con la otra, más tosca y resistente, eso que se dice "la gente" y cuya abstracción es de por sí una condena. Pensé en qué difícil es gobernar a los hombres cuando están vacíos o llenos de mierda.
Caminar entre riadas de orina y ver algunas espitas en acción; superar la prueba del faquir sobre afiladísimas puntas de vidrio quebrado y el salto de longitud para salvar los restos de una comida opípara apenas retenida... El viento se había calmado y el olor no alcanzó la gravedad de amenaza, pero la multitud, la bochornosa turbamulta vociferante precipitaba al paseante absorto hacia la pérdida de toda dignidad...
Y así fue que regresé a casa tras la búsqueda infructuosa de la humanidad en una noche en que se festejaba a sí misma, y constaté que, avanzado el tiempo, no obstante, nada había cambiado...


Yvs Jacob