lunes, 25 de abril de 2011

Javier Arenas pide el "voto mendrugo"

Así es la estrategia del Partido Popular: no sólo cuanto peor, mejor; no sólo derribar el edificio con tal de quedarse con el solar, sino, además, la apuesta por una sociedad que, de tan pobre en su espíritu democrático, permita a los dirigentes de esta formación ignorante de la política atropellar a quienes osen dificultar su camino hacia la barbarie legitimada por las urnas. Porque hay que decirlo todos los días: el Partido Popular no es un partido que entienda en qué consiste la democracia, y los millones de votantes que lo apoyan, al margen de algunos miles, cuyos intereses son especialmente atendidos, no pueden contarse tampoco entre quienes respetan y asumen las responsabilidades de la vida política de una sociedad, y son, al contrario, hooligans, cuando violentos en su frustración, freaks, cuando mercenarios que opinan contra los valores razonables de la convivencia moderada y directamente mendrugos, cuando confían, ingenuos, en que los "populares" traerán el cambio.
Hablemos de cambio. ¿Cambio? Javier Arenas continúa dando guerra. Estoy convencido de que él y De Cospedal se van a dar un batacazo memorable, pero en lugar de practicar un discurso político que seduzca a una sociedad democráticamente madura, el Partido Popular, al menos en boca de sus portavoces habituales, en tanto que Mariano Rajoy ya hojea los catálogos de cortinas para remodelar la salita de costura de La Moncloa, el Partido Popular, pues, como residuo de una moral ya antigua y monolítica, prefiere la fidelidad de unos votantes analfabetos, algo de lo que España puede presumir, sin duda. Hooligans, freaks y mendrugos, ellos son sus víctimas, sus instrumentos, y para ellos lanzan los dirigentes "populares" pedazos de carne podrida.
Lo último ha sido la imperdonable falta de respeto de Javier Arenas al usar el nombre de pila del ministro de Fomento con clara intención de burla. Javier Arenas, que todavía insiste en el discurso enfermizo de los atentados del 11-M, la matanza del 11-M, acontecidos por una jovial política exterior del Gobierno de Josemari, del que el propio Arenas formaba parte.
Hay que recordarle a Bocanegra, que así se apellida este macarra, que no son ésas las reglas del juego democrático, y como quizá nunca consiga aprenderlas, hay que pedirle que de una vez se arroje al mar y se haga pirata, y se lleve en la tripulación a cuantos más hooligans, freaks y mendrugos.


Yvs Jacob