miércoles, 11 de abril de 2012

Mariano Rajoy le explica a Esperanza Aguirre que existe la Constitución

Anda la presidenta de la Comunidad de Madrid tan absorbida por el proyecto que persigue para la región el megaputiclub-casino más vergonzoso a este lado del Atlántico que se le han olvidado las dos o tres cosillas con que venía equipada su cabecita, que opera en lo que se conoce como "modo liberal", el modo básico, el "modo Sostres", para que se entienda. Iba la presidenta a la reunión con el presidente Rajoy, que vaya pareja presente, y parece que acudió con zapatitos nuevos, así como con el portafolio donde se encontraba la solución final: si algo funciona mal, acabemos con todo. No había imaginado yo que tendría la oportunidad de mirar a Mariano Rajoy con ojos más tiernos, pero lo ha conseguido: ha tenido que explicarle a la presidenta, como decía en la semana de la huelga general un líder sindical de Madrid a propósito de la Delegada del Gobierno, ha sido necesario tener que explicarle a la presidenta que el Estado autonómico nace en la misma Constitución española, aunque ella, la presidenta, lleve tantos años dedicándose a la política (?), disfrutando del placer de complicar la vida a los demás desde el ejercicio de una irresponsabilidad institucional, y no se haya enterado de nada. He dicho muchísimas veces que a los líderes del PP en Madrid las ínfulas de una parte importante de la población les han ahorrado la inteligencia de la política. Desde que ser trabajador se convirtió en un estigma, el PP en Madrid ha ganado una mayoría absoluta tras otra sin que a sus candidatos se les haya quitado ni siquiera el precinto -me gusta recordar aquella fechoría de Álvarez del Manzano cuando optó por no desplegar la parafernalia electoral, tan seguro como estaba de su victoria en la alcaldía, para no ensuciar la ciudad (es una manera muy poco poética de abordar el hecho de que fuese su cara la que habría de mostrarse en los carteles). Pero es así que Esperanza Aguirre campa por el cortijo madrileño sin que se atisbe un soplo de paz. Y no se trata de la primera vez que la presidenta se olvida de lo que recoge la Constitución española. En anteriores ocasiones, quizá un olvido más grave, pasó por alto esta formadísima y ejemplar gestora de lo público la libertad de los ciudadanos, si se recuerda el disgusto que tanto le afectó cuando la juventud española acampó en la Puerta del Sol, que la presidenta consideraba una extensión natural de su domicilio. También se olvida la presidenta del capítulo constitucional que recoge el derecho a un trabajo digno cuando son los docentes quienes se manifiestan, y a los que combate con la mayor agresividad como si una sociedad pudiese prescindir de sus educadores del mismo modo que parece prescinde de los políticos. Pero llama sobre todo la atención que la gestora de la cosa pública en Madrid no vea otra solución para el gasto público que la disolución de las instituciones como la que ella, para desgracia de todos, preside. Las palabras de la presidenta, que no hacen sino el eco de las trasnochadas berreadas del "Carajillo Party", serían las de un taxista que se quejase de lo mal que conduce. Esto, amigos, está pasando. Y aquí en Madrid vamos de perplejidad en perplejidad, desde el exalcalde metido a filosofías hasta la presidenta liberalísima que se empeña en el megaputiclub-casino... para que tengamos un poquito de trabajo. Y qué decir de estas palabras de la donna al enfrentar el supuesto de un regreso al Estado sin Comunidades Autónomas artificiales: "los políticos nos quedaríamos sin trabajo, pero ya saldríamos adelante". Es la monda, tíos, ¡la Espe es la puta monda!


Yvs Jacob