viernes, 18 de diciembre de 2009

Addio, Aminetu!

Después de la Segunda Guerra Mundial y del desastre de Vietnam, Occidente ha comprendido que hay problemas de improbable e imposible solución a los que es mejor olvidar para alejar de su conciencia cualquier sospecha que empañe la bella idea de la democracia. La democracia es una actitud, y quizá la mejor expresión de la misma se debe a la Doctrina Truman, bellísimo ideal, sustento y linimento de quienes sueñan con la libertad. La resaca de la Doctrina Truman ha llevado al ejército norteamericano a otras guerras tras la de Vietnam, a guerras, como la de Afganistán, donde también envían las democracias europeas a sus trabajadores del rifle, aunque en general los ciudadanos no comprendamos qué hacen allí ni qué se está combatiendo.
Al margen de esos accidentes mal resueltos -Afganistán e Irak-, tantos otros problemas hay en el mundo de imposible solución que Occidente ha preferido seguir adelante sin atenderlos. Inspirado en Noam Chomsky, los llamaré "problemas enigmáticos", porque un enigma es un problema sin solución. Cualquiera que curiosee un diario encontrará que son muchos, y África, en particular, es un gigantesco problema enigmático.
Cuando un problema enigmático recupera la actualidad que nunca debiera de abandonar, el Occidente político mira hacia otro lado mientras que la disidencia de sus pasiones monta el inevitable "circo mediático", cuyos artistas acuden entre circunstaciales y tímidamente informados. Los hay, cierto, conocedores de los duros nudos que sujetan el pertinente problema enigmático, pero también hay quien va donde va la gente, y cuando la gente no va, pues no va nadie y todo se pierde en la mierda, y se pudre otra vez hasta que de nuevo da un poco de juego a los medios de comunicación, esos magos del entretenimiento fraccionado.
No queda más que despedir a Aminetu -"addio, donna Haidar!"-; no sabemos si ha conseguido algo, si lo conseguirá ahora, si España ha perdido algo, si lo ha ganado Marruecos, si la cosa terminará donde está o si irá a más en unos meses. Sólo sabemos que el problema enigmático ha sido dormido, ha sido concentrado otra vez en su "enigmatismo", y como todos los demás problemas enigmáticos, ha dejado de importarnos... Dígase que ha dejado de ser nuestro problema.
¡Viva Harry S. Truman!


Yvs Jacob