jueves, 16 de julio de 2009

Échame una mano, prima...

Esperanza Aguirre, Excelencia Presidentísima, aparece mucho en los medios. En realidad, siempre ha aparecido, sólo que ahora los medios no nos dejan descansar de ella. Me he quedado mirando su cara y tengo que decirlo: Esperanza, estás vieja, estás mayor. Yo no imaginaba que tocarse 'el bolo' tenía consecuencias tan terribles para la piel. Parece doña Esperanza una mujer trabajadora de verdad...
No ha pasado mucho tiempo desde las últimas elecciones autonómicas. Recuerdo haberme encontrado un cartel gigante en la carretera hacia Madrid, ciudad de mis amores. Tenía su cara entonces un no sé qué juvenil; quirúrjico, solnaciente, 'photoshópico'... Cualquiera hubiera pensando en una muñequita de las que regala los domingos La Razón. Ahora la miro y me pregunto dónde estaba yo cuando se produjo la hecatombe nuclear, porque a mí no me ha afectado nada.
Cierto que he meditado dedicarme a la política; no veo con gratos ojos terminar subido a unos tacones como los de nuestra Presidentísima, pero jamás permitiría que me tocaran los carteles.
Me alegro viendo que las celulas de la piel le han salido a doña Espe bastante liberales; vamos, que hacen lo que les sale de los cojones.


Yvs Jacob

La oferta, la demanda y ese olor a subnormal

Hace tiempo, todo el mundo en Madrid envidiaba a un amigo que había regresado de London con unos pantalones de segunda mano. Manda huevos lo que podemos llegar a envidiar: unos pantalones usados de una marca norteamericana cuya fábrica está en Malaysia. Por entonces, viajar a London era bastante jodido; nadie hablaba inglés, nadie tenía dinero. Hoy, nadie habla inglés, pero no tener dinero ha dejado de ser un inconveniente para viajar a London: las compañías 'low cost' te toman el pelo por muy poco. A mí se me ha puesto el corazón de maratón al conocer el disparate que se avecina: vuelos de pie a muy bajo precio. Por mucho que lo parezca, la idea no es española. En España se montaría algo así como un 'reality show' de lo más guarro para ganar una plaza gratis de avión... La idea, pues, procede de China, y la quiere realizar el dueño de Ryanair. A este idiota habría que trasladarlo desde Los Ángeles hasta Pekín colgado de los cojones. Pero voy primero con los chinos.
Los chinos no son muchos, son un montón; los chinos tienen mucha paciencia, y se comprende: con más de 1.300 millones de habitantes, China sabe que, tarde o temprano, el mundo será suyo. Ahora bien, hasta que eso suceda, hay que llamarles al orden. Personalmente, encuentro el hecho de volar de pie muy desagradable incluso para los chinos. Esta raza debería empezar a tratarse ella misma con dignidad: una cosa es que Occidente les haya querido dar por el culo durante mucho tiempo, pero otra bien diferente es darse por el culo mutuamente sin necesidad de ello. Impera imponer solidaridad obligatoria: a veces los chinos se olvidan de que querían ser comunistas.
Al iluminado de Michael O'Leary habría que crucificarlo después del aterrizaje e introducirle una gaviota por el recto.
Ave María purísima...


Yvs Jacob