viernes, 10 de diciembre de 2010

¡España estrena delincuente!

Los demócratas estamos totalmente desbordados, vivimos un no-parar de delincuencia en democracia. Si Julian Assange es ahora el megadelincuente, el delincuente universal, el que domina el panorama internacional, no menos interesantes son las reflexiones que el "caso Marta Domínguez" ha provocado entre "los doctores en ciencias ético-sociales que pululan por el periodismo" (cito a Georges Sorel, de mi galería de hombres violentos).
Un delicuente no puede escapar al componente moral de gran parte de las trangresiones de la ley -¡ojo, que no todas! La moral es social, aunque carezca de la eficacia de la ley, y lo social, cuando de verdad existe, es democrático, participativo. Pero participar no es sólo tomar parte, sino sentirse afectado por, y eso es lo que sucede con el "caso Marta Domínguez", que estamos todos bastante jodidos, y de nuevo nos preocupa sobremanera qué pensarán de nosotros -habrá que admitir por una vez que existe algo así como "los españoles". Al pueblo español siempre le ha interesado mucho conocer la opinión y la estima que se le tiene desde fuera, quizá porque desde dentro es un pueblo que no se quiere mucho, dado al esperpento, que cuando descubre el amor convierte a Belén Esteban en "princesa", y así es muy difícil que nos quiera nadie ni que haya amor propio.
¡Ay, Marta, Marta, Marta! ¡Mira que doparse con sustancias producidas en laboratorio!
Yo soy más partidario del dopaje tradicional, yo confío más en la furia española y en el poder de las grasas ibéricas, y para correr veloz, unos archivos mp3 de El Fary, que se te van los pies como si nada.
Pero me interesa hoy más la actitud publicista que se ha desatado entre el periodismo: ya hemos visto a los padres, al novio, a los amigos de Marta Domínguez, los reporteros gráficos han acordonado la zona donde vive la delincuente, y pronto saldrá alguien agitando una bolsa de basura como un tesoro.
Me encanta la democracia cuando se lía sus principios fundamentales a la cabeza y arremete contra ella misma. ¡Cada día en democracia es un jolgorio para la moral!


Yvs Jacob

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