domingo, 12 de julio de 2009

Patxi, Special Effects

Vascongadas, ¡formidable tierra extraña!
La Iglesia vasca pide ahora perdón por su miopía en el pasado. Excelencias de la curia vasca, no hacía falta; y menos tantos años después. La Iglesia no necesita mostrar de manera ostensible su capacidad de adaptación, que le ha permitido sobrevivir en todos los climas y tejidos: esa capacidad se le supone, y mucho detesto la expresión, pero se le supone kantianamente 'a priori'.
La valentía así exhibida se relaciona con otros gestos ya conocidos. Fue muy divertido el modo como en la prensa se retrató la confirmación legal de la muerte de Franco y de otros héroes de la España patatera. Los medios de comunicación insistían en que iba más allá de la obviedad si Franco y sus electroduendes habían muerto, puesto que el juez Garzón se encontraba en la parte anterior al proceso, en el momento de la recopilación de la información que habría de confirmar si existían o no las personas a las que podría imputarse. A la ciudadanía, tanta perfección le pareció una gilipollez, porque todo el mundo ha visto ya en televisión el féretro de Franco, a Carlos Arias Navarro llorando y a Pío Cabanillas Alonso, entre accidental y curioso, mirando a la momia.
A mí me desesperan las muestras intempestivas de valor.
Hay otra expresión del valor que me fastidia incluso más. Hace unos días habló Antonio Basagoiti en la televisión autonómica vasca. Basagoiti parece un buen chico, sin embargo, sucede a los tiernos cachorrillos de la política, cuando se sacuden la rigidez de su moral hipócrita, que quieren dar cuenta de un carácter que no les es propio. Todo el mundo sabe que el acto más violento de Basagoiti no ha debido superar la precipitación de la pus en la espinilla ajena, con su aspecto de delegado de curso en la licenciatura de Derecho. Luego, Basagoiti, no nos vengas con que "a Camps lo quieren inculpar por una gilipollez". Una cosa es perder votos en Euzkadi, y acceder a la Presidencia de su Parlamento con una candidata que no conoce el 'euskera', y otra, pasearse por Vitoria-Gasteiz con aires de 'harrijasotzaile', o levantador de piedras. Como diríamos en Madrid: no te pongas tan chulito. Los vascos no merecíais lo que teníais antes, pero tampoco empecéis a cometer nuevos errores, con la soberbia se hace muy mala política.
No muy diferente es el valor que durante la campaña de la elecciones europeas cultivó doña Esperanza Aguirre. Este cochinillo es muy especial. Doña Esperanza nos recordaba a los ciudadanos que en las sedes del Partido Popular no había imágenes de los representantes de la CEDA, pero que en las sedes del PSOE sí las hay de Francisco Largo Caballero o de Juan Negrín. Doña Esperanza, bien sabido es que para gobernar en Madrid no hacen falta ni mucha inteligencia ni mucha bondad cuando uno se presenta a elecciones por el Partido Popular. Pero, mujer, hágase usted unas lecturas, que seguro que hasta termina gustándole la cultura. A mí me sorprendería que en las sedes del PSOE hubiera un retrato del Papa, pero comprendo que cuelguen otros de individuos que, con mejor o peor suerte, militaron en el socialismo. Le ruego además que revise la figura de Largo Caballero, es intolerable que un burro haga juicios perversos de una buena persona.
Pero doña Esperanza intentaba reescribir la historia, y con su mensaje expresaba lo mucho que el socialismo de entonces tuvo que ver con la guerra civil, y lo mucho que ha intentado separarse el Partido Popular de la derecha antigua y de los aprovechados que se repartieron España durante la dictadura. Pobrecilla...
Con seguridad, doña Esperanza conoce poco de todo. Cualquiera sabe que destacados franquistas han militado en el Partido Popular, y que algunos han llegado a ser incluso ministros. Hace falta valor...
Pero, bueno, parece que desde que Patxi corta el bacalao en Euzkadi se están levantado todos los velos. Querido Patxi: yo llamaría de nuevo a mesura; también hasta a Euzkadi alcanza el mal de los españoles, que apenas obtienen una pequeña victoria en algo ya se interpretan insuperables.


Yvs Jacob

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