jueves, 17 de mayo de 2012

La culpa es de Platón

Se ha dicho tanto de Platón que era un filósofo que ya casi nadie sabe que fue en realidad un pensador político. La diferencia no es de poca importancia: el filósofo se impone un modo de vida él; al pensador político le parece que tienen que hacer un esfuerzo los demás. Y luego están los manieristas, que a menudo terminan al frente de un Estado totalitario, a pesar de que ellos consideren que trabajan por y para los demás. Pero decir de alguien que es un pensador político se ha convertido hoy en uso del oxímoron. No es que no haya nadie dedicado al estudio de la sociedad y de sus necesarias transformaciones, sino que ya no puede decirse de eso que sea política, porque la política ha quedado hoy reducida a una pregunta: "vale, ¿y cuánto va a costar?", pregunta imprevista que nunca había aparecido en ninguna de las obras principales del pensamiento político.
Sigo con el oxímoron. Hace poco leía yo en un libro de George Lakoff que es posible declararse intelectual de izquierdas -Lakoff lo hace, aunque emplea el binomio liberal-progresista-, lo que abre la posibilidad lógica y todavía dudosa de la existencia de intelectuales que no son de izquierdas. ¿Podrían existir intelectuales de derechas? Yo creo que una cosa es la idea -intelectual de derechas- y otra la cosa misma, y allí donde se presenta un intelectual que se dice de derechas no vemos sino eso, una cosa, al menos en España, y cosas hay, ¡Dios!, ¡lo brutas que son! Era un gesto elegante el de Lakoff cuando abría la posibilidad lógica de intelectuales de derechas en EEUU, aunque según una de sus observaciones -"los conservadores hacen fuertes inversiones económicas en sus intelectuales"-, ya se aprecia que no existen, sino que mercenarios ha habido siempre de dos tipos, de la espada y de la pluma. Otro día hablaré de Don't think of an Elephant!, donde el autor se regala en el penúltimo capítulo un espacio para abundar en la aclaración de la única idea del libro, esta vez con preguntas y respuestas en las que se trata a sí mismo de usted. Un fenómeno.
Me gustaría contar en pocas palabras la vida de Platón tal y como se me ha presentado, clara y distinta, mientras paseaba por Madrid, hecho tanto más sorprendente cuanto que yo sólo creo en una forma muy vaga de la divinidad; obviamente, la que hace pocas cosas...
A Platón le daba muy mal rollo su mundo, le daba cosica ver a tanto bruto y tanto burro en la política y en los quehaceres de la vida diaria, y tuvo la idea de dedicarse a la formación de su sociedad, trabajando primero sobre los hombres de su tiempo, seres de carne y hueso, y después, pues esa materia, carne-hueso, no da para más, en la invención de otra, una sociedad apartada de la realidad, pero la única verdadera. Para esos nuevos seres fuera de la realidad, la sociedad ideal, creó Platón todo lo imaginable, pero no me quiero entretener ahora con aquello de la mesa que no es la mesa ni lo otro de mirar a la manzana porque podría ponerme en exceso orteguiano. La idea más importante que legó Platón a la historia del pensamiento fue nada menos que eso tan habitual que dicen las madres: "hay que hacer las cosas bien". Y así se dedicaba Platón con todo su empeño a mostrar a los hombres de su tiempo que iban por el mal camino, que el bien no consiste en que todos hagan lo mismo mal, sino que el bien es real, es, en el tortuoso vocabulario del género literario de la filosofía, objetivo, y les presentó una creación maravillosa que se ha dado en llamar mundo de las ideas, esto es, lo que hay que aprender y en qué orden para que el cerebro empiece a funcionar -hay quien prefiere el sobrevalorado término alma. Pero ya digo que el carne-hueso, lo que se da en llamar el hombre, no funciona como creía Platón, y si además las ideas están bien lejos en otro mundo, bien que están allí, que el carne-hueso por ellas no va. Ir... iba yo por la calle cuando he oído lo siguiente: "¿qué te iba a decir...? Que voy a bajar el sillín que me está haciendo daño". Por si no queda claro, esto se lo decía un carne-hueso a otro, pero no era una conversación entre dos, sino que toda la locución pertenecía a un solo carne-hueso, un carne-hueso con derecho a voto. Pues teníamos el mundo de las ideas de Platón, la más extraordinaria construcción metafísica que jamás haya sido pensada, y tenemos al carne-hueso, el carne-hueso, que como ya he dicho en otra ocasión, es bastante duro de caparazón. Como es sabido, Platón no consiguió derrotar al carne-hueso de su tiempo, y si Platón fracasó, es inútil que los demás lo intentemos. Fue poco antes de morir que Platón cayó en la cuenta de que para arreglar el mundo hay que situarse a la altura del carne-hueso, y montó la empresa que le ha sobrevivido hasta nuestros días: Platón. Restauración de fachadas, patios y cubiertas. Había comenzado la edad del ladrillo.



Yvs Jacob, que ya ha vuelto.

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