jueves, 24 de mayo de 2012

La "vía Pujol" y la cuadrilla de Aguirre

Lo sabía perfectamente el president Pujol: los catalanes -algunos, unos pocos, muchos...- estamos hartos de los españoles, pero no parece que así vayamos a conseguir nada, lo que hace falta es que los españoles terminen hartos de los catalanes. De hecho, todas las declaraciones del expresident cabe presentarlas bajo el mismo principio: el futuro de Catalunya pasa por que sea España la que se canse de los catalanes. Políticos ha habido siempre más o menos hábiles en la historia de España; y también está Esperanza Aguirre. La presidenta de la Comunidad de Madrid es a la política en España lo mismo que un empresario inmobiliario en la época del boom, una paradoja grotesca: se pone al frente de algo -la dirección del progreso, del bienestar...- aquel que sólo sirve para destruirlo. Como el despiadado promotor urbanístico, Esperanza Aguirre es una figura grotesca del presente, ese individuo de escasa dote intelectual al que se dan las llaves de la excavadora. Esperanza Aguirre responde en todos sus rasgos al político simplón, el que actúa por reacción, aquel que carece de visión, con propiedad, política, digno sucesor de otra figura provinciana del pasado español, que sólo aprecia de los cargos que ocupa y de sus obligaciones el valor ornamental: aquí estoy yo porque soy, y soy el cargo. Punto. Y es todavía peor si a quien conduce la excavadora le salen unos palmeros, la cuadrilla de Aguirre; por si no fuese ya lo bastante bruto, salen unos y lo animan.
A veces se ha dicho de la presidenta que es un animal político por la voracidad que muestra cuando se arroja hacia la carnaza que le ofrece la realidad diaria. Pero esta actitud se debe a que es sólo el cargo lo que se ambiciona, y cuando se logra, como no se sabe hacer nada, se hace todo mal, y en política esto es muy peligroso. Así, arrojarse por la carnaza es algo que difícilmente se verá en políticos de distinto signo, no está bien visto en la izquierda, quizá porque en la izquierda se contempla el mundo como totalidad, en la complejidad, y la derecha es en exceso simplista, o mejor simplona, la derecha es infantil, y Esperanza Aguirre nos lo muestra cada día. Todavía resulta paradójico que quienes se sitúan al frente de algunas instituciones políticas las empleen del modo menos político posible. Es inimaginable para un ser humano honesto que desde una institución política se anime al enfrentamiento entre los ciudadanos, esto sobrepasa cualquier estrategia en el juego político, esto es propio de personas indeseables a las que habría que cerrar las puertas de la política. Y hay que atender además a la apelación constante de estos personajes grotescos, que les sea reconocida la libertad de expresión. No puede existir argumento más romo ni más simplón para un político profesional. Siempre he dicho que los políticos de la derecha en España son burdos aventureros, individuos que ponen su empeño en dedicarse a aquello que no comprenden en absoluto. Porque está muy bien lo de ir a comer por la cara, acudir a todos los actos donde sólo un estúpido podría creer que se realiza la política, todo eso está muy bien, pero en democracia, la elección ciudadana, la representación de los ciudadanos no otorga ninguna clarividencia, no baña con la excepcionalidad a quien resulta vencedor en las elecciones ni, por supuesto, un vencedor es elegido por otras instancias más elevadas -esto no funciona así. Se gobierna para todos, se busca la manera de entrelazar los intereses de todas las partes, pero jamás ha existido una institución propiamente política que sirva para que una parte someta a las demás, eso tiene otro nombre, pero no es política, ni jamás un político responsable buscaría situarse en el remolino de cada polémica, si acaso las cuestiones polémicas no cuentan ya con su propia energía violenta. ¿Pero de verdad seguiréis votando a esta cosa?
Hay quien pretende ver en la polémica que con tanto tacto ha manejado Esperanza Aguirre una cuestión de símbolos. Para mí, la cuestión ya no sería entonces si unos símbolos representan o no a todos los españoles, sino si aquellos símbolos exclusivos, por ejemplo, de los catalanes no lo son de realidades aun más dudosas que las rechazadas. Uy, apenas un mal paso y se mete uno de lleno en la vía Pujol.


Yvs Jacob

No hay comentarios: