jueves, 10 de noviembre de 2011

¿De qué va Rosa Díez?

A Rosa Díez no se le conocía en la política española más que un buen puñado de elecciones perdidas, siempre en las filas del PSOE. Como a la derecha española cualquier fractura en el grupo mayoritario de izquierdas le resulta tan beneficioso como la pérdida de juicio de muchos de sus dirigentes -recuérdese lo jugosos que se revelaron, por ejemplo, Jaime Mayor Oreja, la Espe y, recientemente, De Cospedal-, desde los medios que tocan la pandereta para el PP se lanzó inmediatamente un bote salvavidas a Rosa Díez cuando fundó UPyD. Y tanto ha visitado Rosa Díez las radios, las televisiones y los diarios de la ultraderecha española que se ha contagiado de la común agresividad, del mal rollo interlobotómico. Cabe decir que hay mucho más que agresividad en común. Esta agresividad no es en los medios afines al PP algo accidental, sino ideológico, como ideológico es también que no se comprenda la complejidad del Estado autonómico, que se supone destruye a España, ni la solución que se adoptó a partir de la Constitución de 1978 para acoger en el Parlamento una representación proporcionada de los grupos nacionalistas. Nadie por entonces pareció preocupado porque la regla "un ciudadano, un voto" no se cumpliese, pero todo el mundo celebró la generosidad con que los españoles trataron a los catalanes y a los vascos después de un largo periodo de maltrato irracionalmente español. A España comenzaron a brotarle Comunidades Autonómas con demasiada alegría, y pronto se apreció que algunos políticos catalanes y vascos querían pasar rápidamente por la fase de agradecimiento para situarse cuanto antes en la etapa de europeización forzosa, que significa para ellos la secesión de la nación española, como si tal cosa pudiera decidirse también a mano alzada o con el apoyo de USA. Y esta es la situación en que se encuentra España, o mejor dicho, su tensión continua. Es aquí donde ha venido a aportar su rayo de clarividencia Rosa Díez. La tesis principal de su grupo es la siguiente: España ha sido muy generosa con sus nacionalismos periféricos, pero los nacionalistas rompen la igualdad de los españoles. La verdad es que dicho así dan ganas de salir a la calle y buscar nacionalistas catalanes, gallegos o vascos y montar un delicioso auto de fe hasta que no les queden ni los huesos. Este mensaje, cuando además es emitido desde las frecuencias de la ultraderecha, impresiona tanto al receptor, reafirma a ese receptor extremista en su percepción gotosa de la realidad, que puede inducirlo incluso a la duda: ¿votar a los ultras de siempre o tal vez a esta nueva salvadora de las tierras de España? ¡Líbrenos el capricho de la razón de esa decisión! Pero Rosa Díez insiste: "la gestión de la competencia de educación por parte de las Comunidades Autónomas separa a los españoles", y entre la derecha más radical se escuchan gritos de reconocimiento, "¡ya lo decíamos nosotros!". Y otra vez Rosa Díez: "la ley electoral beneficia a los partidos nacionalistas, que chantajean a los españoles en el Congreso". Y otra vez le responden: "lo mismo, lo mismo es lo que nosotros venimos diciendo desde hace años". Y con estos cebos se presenta UPyD a las elecciones, a ver si pican aquí unos que picaban antes en otros caladeros. Muchos ciudadanos comprenden, sin embargo, que el problema español existe porque es uno necesario, porque la nación española es plural y compleja, porque Catalunya y Euskadi son dos regiones prósperas y singulares, y muy beneficiosas para España, y las reacciones inmaduras a algunos modos a veces viciosos de su política no caben en ningún programa electoral serio.
No es la primera vez que UPyD concurre en unas elecciones. Sus fracasos en las anteriores, generales y locales y autonómicas, han animado a la formación a preparar cebos más eficaces, y es por ello que se habla tanto ahora del mito del "bipartidismo español", y que se expresa en esta fórmula: como ya hay dos grandes partidos en la Cámara que no se ponen de acuerdo para nada por la sinrazón de uno de ellos, vamos a alimentar la representación de un tercero, para que no hagan nada entre los tres. Pero UPyD parece tener un techo muy bajo, como se aprecia en el Ayuntamiento y en la Asamblea de Madrid, donde es tan aberrante la mayoría absoluta del PP, que sume UPyD sus votos o se oponga, ni pincha ni corta, ni toma ni da. Tal vez por esto han concluido muchos votantes de la ultraderecha que es mejor ser fieles a los de siempre, que tampoco hacen nada, ¡pero consiguen muchos más beneficios!


Yvs Jacob

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