jueves, 17 de marzo de 2011

¡Qué días para el periodismo!

¡Hostia, tú, que la realidad no para un momento!
Así es, que no dejan de suceder cosas a cada instante. Que si revueltas, que si EREs y no eres, que si dictadores que pierden pero ganan sus guerras, que si presidentes y primeros ministros democráticos totalmente fuera de órbita por el deseo de aparentar que son competentes en los asuntos humanos, que si flotas que van y se alejan de la orilla, jugadores de fúbtol con dolencias comunes a los mortales, que si Mou dice, que si no dice, que si vaya con el tsunami y qué bonicos que son los japos cuando son pequeños, que ya he escuchado a más de una moza ibérica que quiere uno para cuidarlo, y le he dicho yo: "¡pero si ellos ya fabrican robots!".
Pero es que el periodismo me tiene todo el día pegado a los diferentes medios de que dispongo, ¡y he llegado hasta a olvidar que soy el único caucásico de mi edificio!
Por supuesto, estoy preocupado por la contaminación radiactiva, porque todos los medios de comunicación han enviado a sus corresponsales a Japón -y la verdad es que aunque muchos japoneses se marchen de Tokio, no se va a notar ninguna diferencia, porque hay tantos medios y tantos corresponsales ahora allí como para repoblar el país entero varias veces-; preocupado por el regreso de los héroes de Japón 2011, por si alguno se viene cargadito y te toca sentarte a su lado en el metro.
Y no dejan de llegar noticias: un reactor jodido; no, dos; y ahora, tres... ¡Y hasta un cuarto! ¡De puta madre!
¡Y cómo titulan los medios on-line! ¡Si parece que estuviésemos deseando un desastre siempre mayor!
¡Y qué bien escogidas las palabras de los comisarios europeos siempre! ¡Si tienen el don de tranquilizar a la sociedad como una tila!
¡Y esos americanos, y esos franceses, qué malos que son! Que si tus centrales son peores, que si yo pongo un radio de aislamiento mayor cuando el tuyo es muy pequeño...
¡Y qué bonita es la sociedad global! ¡Si es que vivimos ya como hermanos de sangre!
Pero lo mejor, sin duda, nos lo traen los medios de comunicación con su viciosa incontinencia.
Decía Emmanuel Lévinas que las sociedades buscan la utopía como si fuese algo que, perdido en los orígenes, pudiesen encontrar de nuevo y reconocer, como si pudiese saberse qué es de verdad la utopía y se persiguiese con esa conciencia, la de lo conocido. Pero los medios de comunicación parecen andar buscando siempre el mayor desastre, como intuyendo que todo puede ir a más, y que llegará la gran desgracia y que ellos tendrán allí un corresponsal con un transmisor vía satélite.
Por mi parte, ¡cojonudo! ¡Desastre mayúsculo, ya! ¡Estamos tardando en encender la mecha del planeta!
¡Lástima que ya no exista CNN+!
¡Necesito más, más, más!


Yvs Jacob

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