jueves, 17 de diciembre de 2009

El "manifestódromo", o Cuando la libertad es un número de circo

Iniciativa muy dogmática la que promueven elegantes y bienamados periodistas de Madrid. El "manifestódromo", o lugar para la celebración de manifestaciones, no puede ser en un Estado de derecho nada más que la misma calle, ¡la puta calle!, el espacio entero de la ciudad, pero no un espacio dentro de un espacio, no al menos un espacio concebido para sacar fuera de la ciudad -¡de la calle!- lo que a la ciudad corresponde.
La manifestación es molesta... ¡Hostia, pues claro! ¡Es una manifestación, no una caminata de santos!
La manifestación interrumpe el tráfico... ¡Pues a joderse y a ir andando!
La manifestación se celebra porque hay algo que manifestar, y eso que se manifiesta, como la masa manifestante, no puede no oírse, no puede alejarse, porque el alejamiento inhibiría la protesta, la condenaría al exotismo, y más tarde, a la aniquilación.
Para quienes ven un progreso democrático en manifestarse sin molestar a los demás, dígase que han sido devorados por la fantasía de la democracia de manual universitario. En democracia, unas veces se joden unos y otras, pues otros; y ocasiones hay en que se jode todo el mundo y se le queda el culo bien macerado. Precisamente en eso consiste este sistema que no supera ni la más negligente prueba del algodón, pero preferido por los occidentales tras fracasar sus insistentes alternativas: mientras que en un Estado autoritario (casi) todos se joden sin compromiso, en una democracia hay que joderse comprendiendo que quienes nos joden, a su vez jodidos, reclaman que se cuide de cualesquiera inquietudes que actúen en su perjuicio. Y es así, y hay que joderse por el bien de todos..., y unas veces unos y otras, otros.
Ya decía Thomas Hobbes que la vida del hombre no es nunca sin molestias o dificultades, lo que advierte acerca de la necesidad de resolver problemas continuamente. En un mundo estúpido como el nuestro, si ya es difícil llegar a alguna parte con los medios contenidos que los propios hombres se han fijado a favor de la convivencia, ¡qué lejos de toda solución sus problemas si la protesta se convierte en una actuación dentro de un circo!
Si la iniciativa progresa, me encadenaré a la reja de nuestro carísimo Ayuntamiento cual antiabortista levitando.


Yvs Jacob

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