jueves, 22 de octubre de 2009

Francisco Camps confiesa (y Ricardito, también)

En La sociedad abierta y sus enemigos reducía Karl R. Popper los sistemas de gobierno a dos: dictadura y democracia. Curiosamente, la democracia puede actuar con la torpeza de la dictadura. Popper le reconocía el matiz exclusivo de la deposición de los gobernantes sin derramamiento de sangre. Sin embargo, no es suficiente la elegancia para salvar a la democracia, y el espectáculo que políticos, jueces y periodistas están dando en España demuestra que el ciudadano padece todavía una profunda indefensión que degrada su libertad. La democracia necesita, además de garantías, estrategias de actuación inmediata, necesita una buena escoba, joder, y no para barrer, sino para dar de palos.
Hoy Francisco Camps ha cometido el error que muchos aguardábamos. Su actitud lo ha delatado, como delata siempre a las personas no inteligentes. En los medios, su actitud se expresa con la fórmula 'defenderse atacando', pero en política el ataque no es nunca una buena defensa: es sólo una confesión. Camps tiene tanta mierda encima que ya no le es posible apartarla para asomar el cuello, por eso ha caído presa de la desesperación y emplea aspavientos dialécticos para arrojarla lejos, tan lejos, que espera que algunos zurullos vuelen hacia La Moncloa. De nuevo, confesión.
Otro comentario merece la ausencia de Ricardito Costa en las Cortes de la Comunidad Valenciana. Igual que sucede en Madrid, una Cámara, local, regional o estatal, pierde su valor en cuanto toma posesión de ella una mayoría alcanzada sin coalición, sin importar demasiado su signo. Ricardito Costa acudía a la Cámara valenciana cuando podía exhibir su cargo, cuando era 'número dos', detrás del número uno, pero ha declinado la invitación democrática a sentarse en la última fila de la bancada, donde se sientan la deuda y el bulto de los partidos; allí uno es diputado, parlamentario, allí cobra y nada más.
Así es el mundo del que muchos están orgullosos.
Anda y que os parta un rayo a todos.


Yvs Jacob

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