domingo, 12 de mayo de 2013

¿Pero no se había ido Esperanza Aguirre a tomar por culo?

En Basuragurú no cupimos de gozo al conocer que Esperanza Aguirre había decidido irse a tomar por culo, una decisión que en su momento juzgamos enigmática, tan parecida a aquella otra de Josemari, cuando llegó a la conclusión de que el gobierno de España se quedaba pequeño para la magnitud que había alcanzado su megalomanía -si Fausto sentía dos almas en su pecho, a Josemari ya no le cabía el pecho en el cuerpo, ni siquiera cuando intentasen retenerlo sus tardíos músculos abdominales. El caso de Esperanza Aguirre obedece no obstante a una megalomanía más vulgar y modesta, que pasa del iluminado o instrumento de la Historia a la analfabeta que es devorada por una ideología de horteras; es obvio que ambos comparten la misma enfermedad, a saber, tenerse por las personas que no son, con un intelecto y una obra en absoluto merecedores de ninguna loa, pero lo malo de la mediocridad es que la jalean unos palmeros del ridículo, y tanto a la Espe como al Josemari les han dicho miles de veces los mediocres que son el colmo de su mediocridad, de donde ha resultado que la mediocridad se ha elevado a la excelencia y pretende convertirse en modelo o norma. Póngase atención: Ignacio González, mediocre meritorio y presidente de la Comunidad de Madrid al que es fácil imaginar como botones, peón de obra o taxista, se dirige a la portavoz del PSM en la Asamblea regional con palabras del más repugnante casticismo castellano, le dice que "le va a meter una querella", amenaza matonil con matiz jurídico que busca excelencia o distinción, y que al ser proferida con la violencia habitual con que González escupe los huesos de las aceitunas de un rincón a otro de su recién heredado cortijo conduce a los ciudadanos a la reflexión acerca de la necesidad de representantes legítimos en cualesquiera instituciones de gobierno. (Como la derecha española concibe la política una más de las actividades propias de chiringuitos de playa y de bares, extraña que Ignacio González no amenazase a nadie con meterle una hostia, que es en realidad lo que aquí entendimos por su "querella" -incluso le faltó añadir aquello que todos habremos escuchado alguna vez cuando íbamos al instituto, "a la salida te espero"). Este es el nivel de la política hoy en día...
En Basuragurú hemos llegado a la conclusión de que, en efecto, tales representantes no son necesarios, y hemos anunciado ya que renunciamos a nuestro derecho a elegirlos y a nuestra obligación a respetarlos, en tanto que pura formalidad que sólo busca legitimar el saqueo, la tomadura de pelo, la ruina y el desastre como opciones democráticamente elegidas y preferidas por los ciudadanos con el fin de realizar su propio bien -para esto ya hemos dicho que no se cuente con nosotros.
Pero ¿cuál es el legado de Esperanza Aguirre, musa de la mediocridad? Esperanza Aguirre dejó una obra terrorífica: enfrentamiento entre las diferentes partes de la sociedad, ya de por sí atomizadas, desconfianza de la sociedad hacia quienes prestan un servicio dentro de ella -sindicatos, profesionales de la sanidad, de la educación, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado...-, precariedad del empleo en la región, con la destrucción del mismo creciente, ruina de los pequeños comercios, carreteras sin vehículos y el florecimiento de los campos de golf. Hay que tener la cara mucho más que dura para continuar ofreciéndose a la ciudadanía como salvapatrias cuando se carga con tanto dolor y tanto daño a la espalda que no cabe justificar más que por la ignorancia a la que todavía hay quien se empeña en llamar ideología.
Cuando todavía era Islandia el sueño de los revitalizadores de la democracia en España, sueño del cual debieron despertar la semana pasada, al recuperar el gobierno de aquel país los partidos políticos que gobernaban cuando su sector bancario se había jugado la patria en una partida de poker con su consentimiento, Esperanza Aguirre, quizá porque lo había escuchado en algún medio de comunicación, dijo que "había que dejar caer a los bancos", como si ella no hubiese tenido nada que ver, o mejor, su ignorancia, con la defenestración del Estado español gracias a su concepto de oposición leal ni le hubiese estallado en la narices el escándalo de Bankia, cueva de los tesoros en la que el PP había metido hasta a la hija de la portera. En Basuragurú creemos que no sólo a los bancos, sino también a los políticos estúpidos, hipócritas y mediocres había que dejar caer, como se hacía antes de entrar en Europa con perros, gatos, cabras y ovejas, desde los campanarios de las iglesias, que se iban a acabar de verdad las mamandurrias, las subvenciones a las empresas del cónyuge y la colocación de vástagos en subsecretarías y otras sinecuras -ya se ve que hay fiestas de interés general en las que uno lo pasa mucho mejor que en "los toros", que no es lo mismo que muera uno y nadie se ría a que se rían todos.
En Basuragurú siempre hemos tenido envidia del Primer Mundo. Recientemente nos han crecido los caninos hasta ponerse como puñales al ver que los británicos celebraban que Margaret Thatcher "la enroscase", como dicen esos pobres manchegos que temen las ocurrencias liberalistoides de María Dolores de Cospedal. En Basuragurú salimos a la calle a celebrar que Esperanza Aguirre se fuese a tomar por culo en su día, estuvimos en la Puerta del Sol cantando y saltando y brindamos por el buen humor de los dioses del universo, pero reservamos otra botella de champagne para mejor ocasión, que seguro la habrá.
Vivimos años de escepticismo, España se descompone y Europa se tambalea, la política como había sido entendida hasta las últimas elecciones de 2011 ha perdido el poco sentido que pudiese tener, el futuro ya sólo podrá ofrecer oscuridad, pero si todavía les fuese dado a los españoles un tímido rayo de luz que guiase su entendimiento, ojalá consigan apartar lejos de ellos momias y reliquias que se resisten a abandonar los tiempos de la opulencia grotesca.


Basuragurú

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