jueves, 6 de septiembre de 2012

Insultan a Esperanza Aguirre y Tocomocho no estaba allí

Dice la célebre consorte que le han dirigido declaciones necrófilas, ¡vaya por Dios, qué marranada! Rápidamente, he buscado el significado de esta palabra -necrófilo, no marranada ni Dios- en el diccionario de la RAE, no vaya a ser que, creyendo que conozco el valor de un término, en realidad no lo conozca, o lo que es igual, que tome una cosa por otra que no es, una realidad verdadera por otra falsa y juzgue de manera equivocada o permanezca en el error -¡pero sería posible que gracias a Esperanza Aguirre me haya puesto yo tan deliciosamente cartesiano! Pues en el diccionario de la RAE te envían, como es de rigor, de necrófilo a necrofilia, y ahí nos quedamos. En esta entrada se dan dos acepciones, atracción por la muerte o por alguno de sus aspectos y perversión sexual de quien trata de obtener el placer erótico con cadáveres. Nunca he ocultado que para mí la Espe tiene mucho de momia, ahora bien, yo lo que tengo entendido es que a la Espe le han deseado que se muera, si es que el proceso de momificación no se lleva ya a cabo sobre un fiambre, pero se lo han deseado en voz alta, y ahí es donde hace daño la muerte a los vivos, aunque insisto en que a las momias las cosas habrían de hacerles ni fu ni fa; y es importante que se atienda a que el feliz deseo se ha expresado de viva voz, porque con el pensamiento ya se lo deseamos casi todos a esta momia picajosa. Si esto es atracción por la muerte o por alguno de sus aspectos, yo lo veo muy poquito DRAE -habrá que seguir buceando en el diccionario, tu amigo-, ni siquiera por la parte de la perversión puede cogerse, siendo como es la más interesante. ¿Y por qué somos tantos los que deseamos de pensamiento que esta momia desaparezca? Pues quizá porque ya ella con sus acciones está conduciendo nuestros destinos a algo muy parecido a la muerte, aunque los liberales lo toman todo a risa, claro, y todo por esa extravagancia de que las condesas consortes pueden participar en el juego de la política, las condesas consortes que ya tienen en sus casitas formidables juegos de porcelana con que entretenerse y dejar en paz a los demás... mortales. Por otra parte, la Espe quiere que la justicia castigue a quienes la quieren mal, y cabe preguntarse si hay delito en el deseo de muerte, sobre lo cual tengo yo demasiadas dudas -basta pasearse por un supermecado, ¡que me aspen si no se encuentran allí suficientes argumentos a favor de la muerte! No es para nada lo mismo, digo, por muy violenta que resulte la reflexión, ojalá te mueras -incluso ojalá te mueras, bruja- que te voy a matar -o te voy a comer el hígado, momia, que sé dónde lo tienes guardado. En el primer caso, vive la libertad, lo segundo es una fanfarronada incluso para los universitarios -recuérdese que a la Espe le desearon la muerte cuando iba a la universidad...
Y yo no estaba allí, amigos, le desean a la Espe que se pudra y vete a saber dónde estaba yo en ese momento, si es que ya me había levantado. Una vez más tengo que deciros que estoy muy pesimista, lo veo todo muy mal y parece que se va a poner peor.
Quiero despedir la lección de hoy con otra observación necrófila. Como hay muchos españoles que quieren ir a Alemania en busca de trabajo y una vida mejor, he investigado en profundidad los motivos de esta migración y me he encontrado con lo siguiente: ir a Alemania porque la vida es barata, se come bien, se usa la bicicleta y la gente es muy educada -¡pues no confundimos la cultura con el dinero! ¡Si es que a los españoles habría que matarnos a todos!


Tocomocho para Basuragurú

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