domingo, 10 de abril de 2011

Miles de manipulados por el TDT Party se manifiestan en Madrid sin motivo alguno, obviamente

La pretensión de la derecha antidemócrata de buscarle "un GAL" al Gobierno de Rodríguez Zapatero ya colma la paciencia de quienes, quizá no cristianos, pero sí demócratas, estamos dispuestos a convivir, a nuestro pesar, con ignorantes, hipócritas y fanáticos, y no contemplamos la alternativa, ¡ay!, de liquidarnos mutuamente en una lucha armada civil, si bien existen muchas otras formas de violencia en uso.
Hablemos de eso. Poco a poco, los fanáticos antidemócratas, esto es, los que no entienden el mundo más que a su medida y como imposición a los demás, dígase "los fascistas", "los autoritarios", nos van arrinconando, sabedores de que los verdaderos demócratas no contamos con medios para defendernos -paradoja de la libertad civil o postcontractual.
Con el auge de otros medios, los de comunicación, tanto escritos y virtuales como gracias a la TDT, la batería antidemocrática se ha fortalecido, y al tiempo que algunos panfletistas supervivientes de la izquierda caen en la parodia de una ideología -es el caso de La Sexta-, los medios de ultraderecha, donde la ideología es ya paródica, han empezado a aplicar un rodillo propio de deforestación amazónica, y algunos dudamos incluso de que allanar el camino para el Partido Popular pueda identificarse como objetivo, y que éste en realidad es un férreo analfabetismo espiritual incompatible, no con un partido político -el PSOE-, sino con un sistema o régimen, la democracia.
No puedo alegrarme si un atentado terrorista deja víctimas, pero confieso que mi corazón se ha endurecido, al menos en cuanto a la altamente desquiciada y desviada AVT, y he perdido la compasión; siento por sus miembros la misma desafección que ellos respecto de la vida política -la de todos; y es muy delgada la línea que separa a cualquier asociación razonable de una secta enloquecida.
El TDT Party -creo que la expresión se debe a Iñaki Gabilondo- se ha mostrado un aparato nazi en cuanto a la invención de la realidad, un enemigo peligrosísimo que dispone a sus rebaños en contra de todo lo que aprueba un Gobierno democrático y legítimo de signo diferente al pensamiento único que caracteriza a la derecha supersticiosa. Así es muy difícil, imposible, la convivencia, porque quienes no respetan las reglas del juego democrático no pueden pretender también estar en posesión de la razón, de la verdad, sin que nadie se interrogue desde la exterioridad.
El Partido Popular ha redescubierto la propaganda eficaz que resulta de la alianza con los piratas de la información y "la calle", y ya sabe manejar a las mil maravillas "la tercera cámara", al poner continuamente al poder judicial en un brete, y habría que preguntarse si las listas electorales no deberían ser para el Tribunal Supremo y para el Tribunal Constitucional, como resquicios de un autogobierno fuera de la cuasiomnipresencia de "los mercados" -sin más rodeos, los intereses imperialistas de las potencias extranjeras.
Vamos por el mal camino, un camino de odio irreversible e insalvable, y no puede haber un solo individuo en la izquierda moderada que conceda su voto a quienes viven la orgía de la locura, de la irresponsabilidad sociosuicida.


Yvs Jacob

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