miércoles, 20 de abril de 2011

El extraño caso de Salvador Sostres

Me había animado a hacer algunas observaciones acerca de la agresividad mercenaria de Salvador Sostres, pero leo en Internet que no tiene estudios universitarios, un inconveniente no sólo para él, sino también para quienes pretendan responder a sus provocaciones aideológicas, y tomarlo por interlocutor a la misma altura en los temas tan delicados en los que gusta este bárbaro aleccionar moral y espiritualmente a los lectores que acuden a El Mundo en busca de una dosis de mierda. Sólo hay un Juan Marsé, que es además un escritor honesto, pero encontrar la autosuperación a través de la doxa... si no te sale Últimas tardes con Teresa, entonces ponte a arreglar relojes, que seguro se te dará mucho mejor.
Tuvimos un "caso Tertsch" y parece que tenemos un "caso Sostres". Más o menos, la misma posición respecto de todos los asuntos: la inapropiada, la disparatada, la injustificable en nombre de la nada, del vacío, de la estupidez. Es la posición propia de los "desplazados de la palabra", gente de aquí para allá con barbaridades bajo el brazo para intercambiar por migajas, es lo que se conoce como el "síndrome MAR".
Debe admitirse que la izquierda guay pro Rodríguez Zapatero se lo pone fácil a estos mercenarios, porque su humanismo, inobjetable en tanto que horizonte, es irrealizable en las sociedades neocapitalistas actuales, en las que ha brotado, por lo demás, un liberalismo inmoral y analfabeto. Frente a las posiciones de este humanismo socialista, los mercenarios de la palabra esgrimen su propio irracionalismo, uno de cuyos aspectos es la ceguera para comprender la democracia y el papel que los medios de comunicación deben jugar en ella. Lejos de llevar a cabo su tarea de observadores con derecho legítimo de crítica del complejo entramado social, los medios que contratan a estos "desplazados de la palabra" ponen en sus manos armamento pesado, armas de destrucción masiva, puesto que no existe ningún control sobre lo aceptable cuando el mercenario aideológico opina, si es que la burrada puede contarse dentro de ese grado menor en el conocimiento que es la opinión.
El mercenarismo vocinglero que cultivan los pseudo medios de comunicación de la derecha y de su extremo más antidemócrata es una suerte de aznarismo feroz, inspirado en los gritos de su rencoroso líder contra todas las decisiones adoptadas en el Parlamento, y en las que el Partido Popular aprecia, no normas de convivencia y a favor de la responsabilidad cívica, sino expresiones autoritarias -es la derecha española un ejemplo sobresaliente de aquello que sospechaba Georges Sorel, a saber, que las clases pudientes o altas siempre piensan que el esfuerzo educativo corresponde a las inferiores, porque ellas se encuentran ya muy por encima. Mucho me temo que para vivir en sociedad hay que saber algo o bastante más que colocar los cubiertos.
Como no se puede discutir con un mercenario sobre cuestiones morales, como tampoco con un terrorista en una sociedad democrática, convendría, en el "caso Sostres", actuar igual que en el "caso Aznar": no pasa absolutamente nada si una parte de la población, bastante importante, por cierto, viendo las cifras de ventas de El Mundo, permanece ignorante a sus barbaridades, no pasa nada si el resto de los medios de comunicación no se hace eco de sus flatulencias y eructos. Además, la coprofagia es una enfermedad.


Yvs Jacob

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