martes, 25 de agosto de 2009

Política sin honor. A don Mariano Rajoy

Hay quien piensa que por dedicarse durante mucho tiempo a algo lo hace bien, pero hay quien mastica toda su vida con la boca abierta y lo único que hace bien es matar de asco a los demás. La herida de muerte de la política en general no es obra de la miseria española, sino una condición de la política misma, porque la política es "cosa de hombres", y los hombres son capaces de lo más elevado, que nada tiene que ver con la religión, y sí mucho con la idea cabal de uno mismo, y de lo más ruin, la idea equivocada. Es culpa, sin embargo, de la miseria española que la política perpetúe la desesperación.
Días atrás, el Vicepresidente de la Comunitat Valenciana manifestaba la satisfacción de Mariano Rajoy tras el desenlace parcial de la incómoda situación del presidente Camps. Había sido una ingenuidad por parte de muchos creer en la justicia. Hay que atacar de una vez el absurdo concepto de la excepcionalidad de los jueces, tanto en su moral como en su inteligencia. Si los jueces fueran lo que se ha querido que la sociedad crea, si de verdad fueran individuos de visión clara y distinta, y no sólo 'técnicos de la ley', entonces contaríamos con filósofos, auténticos filósofos entre los hombres; filósofos, además, en masa, o en número suficiente como para que la ciudadanía estimara su propia humanidad, donde humanidad significa dignidad en íntima relación con la realidad. Desde la dignidad, la realidad se aprecia como un todo complejo, como una mierda integral, y el compromiso que un corazón noble alcanza con ella le exige no dañarla aún más, y esforzarse en su salvación, si es posible. También se puede pasar desapercibido, un logro de exquisito cristianismo apenas visible hoy.
La política, se supone, es la manera de salvar al todo. No lo entiende así el Partido Popular, como tampoco lo entiende el juez sobre el cual ha recaído la parte de la trama conocida como 'Gürtel', en Valencia. Si el juez hubiera sido juez, si de verdad hubiera pensado en la justicia, entonces habría asumido que nada puede ser más útil para una sociedad que la verdad, cualesquiera consecuencias se deriven de la estupidez y de la ambición de los hombres. Pero el juez ha preferido aplicar su sentido de la corrección política y 'echar una mano'; ha decidido instrumentalizarse él mismo, perder su independencia a favor de la bofetada que no pueden dar otros, y el daño lo ha recibido la ciudadanía en la forma de burla a la única institución imprescindible para la convivencia: el poder judicial.
Mariano Rajoy, el político más audaz, está contento. Su satisfacción se expresa así: era absurdo acusar al presidente Camps por un detalle irrelevante y la justicia se ha situado en el lado de la razón. Mariano Rajoy, sin embargo, no puede amar a su patria si piensa que todo es posible cuando de salvar una dificultad se trata. Hay en la política situaciones que se presentan de manera inevitable y otras que los políticos provocan con su ineptitud. La justicia es uno de los medios para derrocar al gobernante inepto; otro medio, la democracia, ya agoniza víctima de la ingenuidad de gran parte de la sociedad, víctima de su infantilismo, su necedad y su embrutecimiento. Una justicia que rehuye afrontar la verdad no es más que miseria para su sociedad. Es imposible que hoy quede alguna confianza en la acción judicial, sobre todo cuando la realidad se presenta más politizada que nunca.
El Partido Popular sigue adelante con su estrategia de destrucción de todo cuanto no le beneficia. Debo advertir que van sintiéndose con comodidad las condiciones que propician la presencia de la violencia. El Partido Popular no puede pretender que es el único agente capaz de manejar la realidad a su antojo, no puede creer en serio que 'controla lo que está haciendo'. Su aventura es cada vez más angustiosa; retuerce todo lo que toca, lo entristece, lo malogra, y sitúa a la moral de la sociedad en un precipicio, muy cerca de un salto peligroso.
El pensamiento liberal-conservador que inspira a la derecha puede encontrar medios para triunfar sin necesidad de aplastar el juego de la política. Es fácil engañar a la masa; los votantes se rigen en su mayoría por supersticiones derivadas del individualismo que les impiden acceder a la totalidad del sistema. En On Liberty, John S. Mill, uno de los pocos liberales honrados, observa que, en realidad, el conocimiento de cada hombre acerca de su medio social y político es tan reducido, que incluso cuando no tuviera problemas para percibir su mundo, si intentara explicar su funcionamiento a partir de esa percepción tan reducida, podría concluirse que lo que sabe de él es, lógicamente, falso. Luego sólo se necesita ofrecer una visión del mundo a los votantes, algo en lo que el Partido Popular se muestra siempre muy eficaz.
Queda, pues, la cuestión del honor, de la responsabilidad, del amor a la patria. La patria no es un ente abstracto que pide sangre, no una bandera, un himno... La patria es el conjunto de condiciones que hacen reconocible a un pueblo, y que lo hacen singular ante los demás. Singularidad no es excepcionalidad, sólo particularidad, originalidad, lo propio frente a lo diferente, lo ajeno. Si lo propio merece la pena es algo que convendría meditar. Un político que aspira a gobernar la patria debe alimentar el amor de los ciudadanos por ella. Contrariamente, el Partido Popular sólo predica el desprecio con su ejemplo; hoy la patria es una basura, como sus instituciones, como su pueblo.
No debe extrañar a nadie si la participación electoral vuelve a disminuir; no debe extrañar si los extremos ideológicos se ultrarradicalizan, si cualquier fundamentalismo posible -desde el étnico hasta el religioso- reclama expresarse con los medios más violentos que encuentre: ¿cómo podría ser de otra manera?


Yvs Jacob

2 comentarios:

Yvs Jacob dijo...

Clovis dijo...
Ayer estuve leyéndome TODO tu blog, Ivanhoe. Acompañó mi comida y parte de mi morosa siesta. Te diré que me gustó a ratos, tienes una mala leche barojiana muy amena, y una lengua bien salpimentada. Me gustó lo de Jonathan, lo de la limpieza de la calle, lo de Ruiz Zafón... Y eso que Jimmy Giménez Arnau me divierte a ratos, en general los cocainómanos suelen pecar de latosos. Saludos y a seguir como spanker de neandertales y populares.

27 de agosto de 2009 9:37

Yvs Jacob dijo...

Hola, Clovis. Te agradezco que hayas perdido tu tiempo con el blog. Tal vez leerlo TODO no deba contarse entre lo más sensato, aunque es un gesto que habla muy bien a mi favor (jaja). Comprendo que sólo te guste 'a ratos'; a mí me sucede lo mismo incluso con mis autores favoritos. Estoy intentando que el resultado sea, en general, fresco; hay muchos asuntos de los que tratar, noticias, observaciones, y tampoco quiero dedicarle demasiado tiempo a las entradas. Me reconozco víctima del mal que lleva a quienes pueden publicar a producir mierda sin descanso. Al menos, me esfuerzo en depurar la mía. No siempre quedo muy satisfecho.
Estoy curioseando el 'universo Mildred'. Por el momento, te aprecio hábil en el manejo de la espada.
Un saludo.