jueves, 16 de julio de 2009

La oferta, la demanda y ese olor a subnormal

Hace tiempo, todo el mundo en Madrid envidiaba a un amigo que había regresado de London con unos pantalones de segunda mano. Manda huevos lo que podemos llegar a envidiar: unos pantalones usados de una marca norteamericana cuya fábrica está en Malaysia. Por entonces, viajar a London era bastante jodido; nadie hablaba inglés, nadie tenía dinero. Hoy, nadie habla inglés, pero no tener dinero ha dejado de ser un inconveniente para viajar a London: las compañías 'low cost' te toman el pelo por muy poco. A mí se me ha puesto el corazón de maratón al conocer el disparate que se avecina: vuelos de pie a muy bajo precio. Por mucho que lo parezca, la idea no es española. En España se montaría algo así como un 'reality show' de lo más guarro para ganar una plaza gratis de avión... La idea, pues, procede de China, y la quiere realizar el dueño de Ryanair. A este idiota habría que trasladarlo desde Los Ángeles hasta Pekín colgado de los cojones. Pero voy primero con los chinos.
Los chinos no son muchos, son un montón; los chinos tienen mucha paciencia, y se comprende: con más de 1.300 millones de habitantes, China sabe que, tarde o temprano, el mundo será suyo. Ahora bien, hasta que eso suceda, hay que llamarles al orden. Personalmente, encuentro el hecho de volar de pie muy desagradable incluso para los chinos. Esta raza debería empezar a tratarse ella misma con dignidad: una cosa es que Occidente les haya querido dar por el culo durante mucho tiempo, pero otra bien diferente es darse por el culo mutuamente sin necesidad de ello. Impera imponer solidaridad obligatoria: a veces los chinos se olvidan de que querían ser comunistas.
Al iluminado de Michael O'Leary habría que crucificarlo después del aterrizaje e introducirle una gaviota por el recto.
Ave María purísima...


Yvs Jacob

4 comentarios:

Violeta dijo...

Yo creo que hoy más que nunca se envidian los pantalones de segunda mano de London. Teniendo en cuenta que las franquicias de Amancio ortega han conseguido que todos vayamos vestidos iguales, tener una modista gorda en el barrio o comprarte ropa usada en un mercadillo británico son las opciones más originales que se me ocurren para adquirir prendas genuinas sin arruinarse.

Los chinos, mis amigos los chinos, cuánta inquietud despiertan y con razón. Sin haberlo leído ya sabía que la idea era puramente oriental (Española, ¡Ja! Ningún español, por pobre que sea, osaría a pasar más de 10 minutos sin posar su culo en una superficie mullida.) Viajar de pie, qué idea tan absurda. Aunque también lo es que te sienten a un chinazo desconocido en tu mesa mientras comes tranquilamente, y ahí tienes el chino de Plaza de España, con su mentalidad de eficaz comedor comunista. Pero en este caso merece la pena. No creo que en ningún avión lleguen a servir semejantes empanadillas con soja. Se me entumecen las piernas sólo de pensarlo.

Yvs Jacob dijo...

Confieso que tengo alguna prenda de Uniformes Ortega, pero se debe sobre todo a que llego, como se diría en Catalunya, muy 'malamente' a fin de mes. No es una crítica, pero me alegro de haber abandonado mi apetito de unos pantalones de segunda mano. En cuanto a los chinos, tengo miedo, mucho miedo.


Tontos del mundo, ¡desuníos!

Violeta dijo...

Mi ropa procede casi exclusivamente de los amigos de Hennes & Mauritz, que por otra parte y casualmente, explota a niños chinos para hacer mis preciosas faldas y bisoñés. No estoy orgullosa de ello, pero soy pobre y hace tiempo que perdí mis aspiraciones de autenticidad, al menos en la ropa. ¿Soy tonta? Es posible. Pero hoy tengo sandía de postre. Y no es china.

Yvs Jacob dijo...

¡Dios mío, perdónanos, todos somos pecadores! Yo ando atareado con unos limones cuya procedencia no quiero saber.