martes, 22 de enero de 2013

Buenas noticias para Amancio Ortega

¡Amancio, Amancio, tengo algo que contarte!
Antes de nada, ¿qué te parece el chiste que hicieron los de "El Mundo Today", ese que decía que le habías comprado un tren a tu nieto, en concreto, el AVE Madrid-Sevilla? ¡Jájaja! ¡Qué bueno!, no me dirás que no es gracioso, ¿verdad? Es tan sencillo, tan simple, sin suponer eso una falta, presenta una realidad de manera tan bruta, sin la menor necesidad de matices... ¡Qué cachondos! Yo me reí a más no poder, ¡qué bueno es el humor, Amancio, cuánto bien nos hace!
Te cuento. Hace unos días, al sacarme el jersey, un movimiento del codo supuso el final para una de mis camisas favoritas, una con ese cuadro que creo llaman Oxford, una camisa a la que tenía un aprecio que sólo puede tenerse por algunas mascotas y ciertos humanos. Con esa camisa solía pasearme por la facultad mirando a las chicas, aunque jamás he pasado un buen rato gracias a ella -creo que ya me entiendes... Te hablo de los tiempos de la facultad, así que imagina la cantidad de años que tenía la camisa, es probable que la hubiese lavado más veces de las que muchos pasan por la ducha. Por cierto, no lo tomes a mal, pero la compré en el Corte Ingles, ¡más de quince años me ha durado! Ya no las hacéis así...
No sé si te he dicho en otra ocasión que no estoy para afrontar muchos gastos, la vida trata muy mal a los intelectuales, Amancio. El sábado pasado, sin embargo, salí con María Malamenti a mirar las palomas dar picotazos a las mierdas de perro, o como a veces se dice, a dar un paseo por las calles de Madrid, y pasamos al lado de una de tus tiendas. (Déjame presentarte a María Malamenti, la jefa de todo esto -"¡hola, Amancio!"). Allí en el escaparate, ¡zasca!, ¡camisas a 9.99 €! Fue verla y ya la quería poseer, una camisa blanca de rayas muy finas... te gustará saber que era un diseño perseguido por mí durante mucho tiempo, pero, claro, nunca la había visto a ese precio... y tan bien cortada. ¡Pues me la he comprado, Amancio, me la he comprado y ya me la he puesto! Oye, una camisa preciosa, me sienta a la perfección, y déjame decirte a qué precio la vendíais antes, supongo que cuando estuvo de moda, aunque este diseño, Amancio, nunca pasa, es lo que sucede con la sencillez, que gana el premio de la atemporalidad. Pues antes la vendíais a 39.9 €, Amancio, ¡pero en qué estabais pensando!
Y seguimos paseando, porque María Malamenti quería ir a una tienda de esas que se llaman U -te recuerdo que estamos en el periodo de rebajas. Había allí, Amancio, no te lo vas a creer, había allí prendas de cuando Adolfo Domínguez estaba empezando, vamos, había allí prendas que debían de pertenecer a su colección personal, y prendas había que no debían de ser extrañas en los tiempos de Weimar -te dejo aquí esta confidencia por su quieres hacer uso de ella en otro contexto como una pequeña maldad, ¡jájaja!
Pues eso era todo lo que tenía que decirte, creo que era mi obligación después de lo que pasó entre nosotros.
No me despido sin preguntarte por un asunto que tal vez tú puedas aclararme, como te mueves en esos círculos tan exclusivos del mundo empresarial... He visto que la FNAC ha empezado a comercializar máquinas de café y pequeñas aspiradoras, ¿sabes tú si venderán también nueces? Te agradezco cualquier información que me puedas proporcionar.


Un afectuoso saludo, Amancio,


Tocomocho

2 comentarios:

Blasphemy dijo...

Ojalá Amancio responda, también, a otra pregunta que me consume desde hace largo tiempo: ¿cómo pudo el tercer hombre más acaudalado del mundo nacer en Busdongo de Arbas, provincia de León, con 118 habitantes en el presente, según Wikipedia? Porque Bill Gates emergió a la vida en Seattle, que tiene un caché como cuna del grunge y Jimi Hendrix, con su marchamo reivindicativo antiglobalización y numerosos museos, lugares de interés y eventos culturales. Y Carlos Slim fue alumbrado en Ciudad de México, con sus 21 millones de almas, su riquísimo acervo histórico; en fin, qué voy a contarle yo a usted y a Amancio de tales urbes.
Pero ¿cómo cojones puede nacerse en Busdongo de Arbas, Amancio, y convertirse luego uno en lo que tú eres hoy? Esta duda me acosa insistentemente.

Yvs Jacob dijo...

Fíjese, Blasphemy, que siempre había creído que nuestro Amancio, Amancio de España, era gallego, y si no me informa usted de que existe un Busdongo de Arbas, lo mismo hubiese dudado de su realidad que cuando escuché el nombre de Motilla del Palancar, en Cuenca, que suena más a pieza difícil de reemplazar bajo el fregadero -Busdongo de Arbas me suena a novela del "boom" iberoamericano. Se me ocurre que tal vez pueda hacerse un peregrinaje por tan noble paraje leonés y tomar allí algunas aguas, a ver si nos coge un virus con "espíritu del capitalismo" y ponemos a medio mundo a zurcir calzoncillos.
Un saludo.