lunes, 26 de diciembre de 2011

Ninguna confianza en el Gobierno de Mariano Rajoy

No voy a ocultarlo: estoy deseando que "la marianada" se dé ya el primer leñazo. Y espero impaciente conocer quién la liará antes que los demás, porque es seguro que poco a poco irán ofreciéndonos todos los miembros de este nuevo Gobierno lo más circense de sí mismos. Todo se andará: a uno lo ponen ahí y no tarda en creer que es la mismísima obra de algún dios.
Después de dos legislaturas de gobierno del PSOE, había perdido esta curiosidad insana que han practicado con tanta mala fe los medios de opinión de la derecha, el ansia del batacazo, ese placer malévolo de ver a un gobernante al que se desprecia precipitarse y caer, y chocar, y pisotearlo ya en el suelo, ni un hueso indemne, ni un diente en su sitio, nada. Un regodeo semejante en la desgracia de los españoles... ¡hacía tanto tiempo que no lo sentía!
Tras ver por televisión las juras de algunos de los ministros, me ha quedado ese regustillo de peli mala, de teatrillo independiente y callejero, tan vergonzoso, de pésima interpretación, de inverosimilitud, de falta de coherencia, de estafa... También he percibido al PSOE empequeñecido, tan reducido, tan chato, siempre empeñado en una suerte de bien que la ciudadanía desprecia por su incapacidad moral para asumir el ejemplo de un modelo ético superior. Elena Salgado advertía de que el PSOE practicaría una oposición responsable y leal, pero esto no se lo agradecerá nadie. Por otra parte, igual que el PP ha perjudicado a los españoles durante años sin la menor carga emocional, así podría perderse otra legislatura sin el menor cambio. Y dicho con total sinceridad: a la vista de la medicina con que se ha presentado el PP, es claro que ni se ha entendido el problema al que se enfrenta España ni se emplean los medios adecuados -hace falta otra cosa que la razón para entender que el desempleo se combate con más desempleo, que un gobierno que se dice "mejor" crea las condiciones para un desempleo mayor, y que un pueblo que busca resolver su problema de desempleo entrega el gobierno a quienes brindaban con champán apenas se conocía la cifra del mes correspondiente. Nada de esto se puede entender.
Descartado Esteban González Pons -pobrecito, después de todo lo que ha hecho...-, yo apuesto por Ana Mato -desde luego, ¡qué miedo! Ya ha visitado con las cámaras de televisión un hospital: ¡como si no estuviese uno allí lo bastante jodido! ¡Es que son insaciables!


Yvs Jacob

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