martes, 20 de abril de 2010

El manuscrito de los cojones. Memorias de un joven con mucho talento que no encuentra editor

Supongo que a muchos os ha sucedido algo parecido.
Después de pasear mi manuscrito de los cojones por un buen puñado de editoriales de mierda, me he decidido a entregar esta divagación, en la cual, espero, muchos encontraréis consuelo. El método que seguiré es cualquier cosa menos disciplina, así que empezaré, por ejemplo, cagándome en la madre que parió a los fantasmas que juegan a la edición con este epígrafe: Las editoriales en España no están en manos de intelectuales. Y allá voy.

1) Las editoriales en España no están en manos de intelectuales. En manos de qué, tampoco lo sé muy bien, pero sospecho que son todos unos brutos y unos gilipollas, que se tienen en mucha estima porque deciden qué mierda publican y qué mierda se queda al sol, como si publicar fuese en realidad una sanción redentora contra el olor. Observo un agudo problema metafísico aquí.

2) Las editoriales piensan que todo el mundo es gilipollas. Hace poco leí por ahí una queja de alguna diosa catalana de la edición, que manifestaba su pesar por la falta de calidad de los nuevos autores. Pues yo tengo una explicación. Cuando las editoriales se dedican sólo a publicar mierda -y hay mierda escandinava, mierda que viene del Este y mierda que viene allá-, entonces no se puede esperar más que mierda nacional, y en España se caga muy bien porque se come mejor.

3) ¿Qué coño es un informe de lectura? Un informe de lectura es una gilipollez que la editorial le encarga a un simplón, que en realidad se cree muy listo porque recibe el encargo, pero que no puede superar su prejuicio cuasi-docente: el lector piensa que hacer una mierda de resumen y una valoración patética le eximen de comprender una obra, cuyas fuentes, con seguridad, no alcanza. El lector piensa que es algo así como un profesor, un dios de la corrección. ¿Pero es que estamos todos locos, o qué? Esos lectores que tanto bien hacen a la cultura, con seguridad, no podrían describir su cara en tres líneas sin cometer todo tipo de errores por los que me descojonaría vivo.

4) ¿Editoriales independientes? A tomar por el culo. Las editoriales no son independientes, en todo caso tienen poco dinero, pero todas, ricas o pobres, adolecen de la misma mediocridad: creen que son las demás quienes pervierten el mercado con su mierda. La mierda, dígase bien alto, ES DEMOCRÁTICA.

5) ¿Literatura de calidad? La última novela que yo leí con calidad fue escrita en 1969 y relata sucesos del año 1945, joder, y tuve que leerla en inglés, de tanto asco como me da leer la mierda de traducciones españolas de los cojones, tan casposas y aburridas, hostias, hechas por gente que tiene problemas, no en el idioma del cual traduce, sino en el suyo propio. ¡Qué coño de calidad! Después de que las editoriales han liquidado la literatura por su irresponsabilidad bulímica, ¡qué tendrá que ver ahora la publicación de obras con la calidad! Tenían que haber sido más crueles con sus propios amiguitos.

6) El manuscrito de los cojones sale más caro que un hijo gilipollas. Así es. La mierda de tener que imprimir, encuardernar y enviar, todo eso sale más caro que la autoedición pegada con jugos del riñón. En mi caso particular, tuve que infraalimentarme durante varias semanas para que el manuscrito de los cojones llegase a su destino.

7) Los manuscritos de los cojones tardán la hostia puta en ser leídos. Después del hambre que pasa el joven autor con talento para pagar el envío, las editoriales le informan que la cosa va para largo, que tienen 400, 500 manuscritos de los cojones más para leer. Pues me cago en to', joder, eso qué es, ¿una editorial o un almacén de melones? ¿Cómo puede ser que una empresa que se dedica a un producto tan determinado no tenga la capacidad para atenderlo? Que se dediquen a otra cosa, hostias.

Continuaré más tarde (se me enfrían los macarrones).

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