Muy mal está la cosa para recuperar Madrid.
Como es habitual en quienes pueden publicar por el mero hecho de haber asomado, con fortuna o sin ella, en una grieta de la historia, Joaquín Leguina tiene nuevo libro y se ha ido con él bajo el brazo a las televisiones para dar su opinión acerca del mundo actual. Los libros de Leguina, desapercibidos para la izquierda, son, no obstante, valiosísimos para la derecha, para su periodismo de guerra, el de los corresponsales del interior, porque aprovechan lo que Leguina llama "libertad para la discrepancia" como instrumento de desgaste político respecto del Gobierno socialista, al que ya queda muy poco material resistente.
No lo conozco en persona, pero se aprecia que es Leguina alguien terriblemente antipático; y, también, algo de resentimiento, quizá confundido con esa antipatía, brota cuando habla de Rodríguez Zapatero. Tal vez sea acertada su crítica al nuevo PSOE, que al caer en manos de una generación posterior ha limpiado a quienes, como Leguina, pertenecían a un mundo envejecido a gran velocidad. No culpo tanto al nuevo PSOE como apelo a cierta comprensión: por mucho que sea todo la misma mierda, hay algo en el presente que lo separa de los tiempos en que los socialistas conocieron la omnipresencia. Además, aunque Leguina afirme que el PSOE de ahora ha abandonado parte del socialismo, cabe recordar que a Felipe González ya se lo acusó de gobernar con un programa de derechas, y si se piensa en los contratos de trabajo que muchos hemos padecido, se comprenderá que el gusto por la modernidad anterior todavía nos está escociendo en el ano.
Pero lo más llamativo de las charlas con Leguina no ha sido que discrepara de Rodríguez Zapatero, sino el modo como ha echado una mano a Tomás Goméz, ese oscuro aspirante que quiere recuperar Madrid sin haber pisado la Asamblea. Decía Leguina que no es cierto que se esté privatizando la sanidad pública madrileña, y que argumentos como ése, esto es, falsos, no conducirían al PSOE de Madrid al gobierno. Yo no sé a qué hospital acude Leguina, pero el centro que me corresponde, muy cerca de la Puerta de Toledo, ya cuenta con una gestión privada -¡y muchas pantallas gigantes de televisión-!, y así lo denuncian los cartelones que los trabajadores, lo que suele llamarse "profesionales de la sanidad", han colgado, casi compitiendo con los que también decoran el parque de bomberos que hay enfrente. Luego, si Tomás Gómez es "una persona muy valiosa a la que hay que ayudar", será mejor que no vayan unos por ahí diciendo una cosa y otros, su contraria. Esto, tan productivo para el Partido Popular, perjudica mucho a los socialistas, quizá porque el votante de izquierdas es más sensible, y cuando la ciudadanía no ve algo con claridad, tampoco hace esfuerzos para despejarlo, y el día de las elecciones se queda en casa tocándose los pendereckis...
Si Leguina quiere ayudar, a mí se me ocurre que abandone la prosa y se concentre en la belleza de la estadística; yo no sé si Madrid, pero algo de fe recuperaríamos...
Yvs Jacob
miércoles, 27 de enero de 2010
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