Pues así de mal está la cosa. Como dice la muy lamentable alcaldesa de Madrid, se están dando unas condiciones determinadas, en referencia a la crisis, pero es cosa de quitar de aquí y de allí que enseguida salimos de ésta. Pero, claro, alguien tiene que hacerse cargo de lo que ya se hace cargo el Ayuntamiento, por ejemplo, con la contribución mediante impuestos de los ciudadanos. Es así que aparece en escena la figura del voluntario. Al voluntario, dicho sea con honestidad, apenas se lo conocía, en todo caso, cuando era voluntario de una ONG y sufría un rapto en esos países de África, para los que Dios tiene el mismo afecto que yo, que ni miro ni los veo, entonces siempre irrumpía el Sánchez Dragó de turno, con su experiencia de reportero, antes, y todavía atrincherado, para decirnos que, aunque raptado, el voluntario era un jeta de tomo y lomo que se buscaba la manera de hacer un safari por la patilla, que se merece que lo cuezan en una cazuela y que lo troceen después. Hay otro tipo de voluntarios en Madrid, yo los he visto, auténticos hombres de santidad, nada que ver con la casa madre, que recorren la ciudad ofreciendo café y alimentos a los sin hogar. Esta gente me cae bien, aunque yo soy, por supuesto, insolidario, más que nada porque no soporto la hipocresía. Pero no tenía yo ni idea de que existieran más voluntarios para hacerse cargo de todo aquello que debería corresponder a la gestión del Ayutamiento; que me llamen decimonónico estos modernos neoliberales, pero yo pensaba que en las instalaciones donde se prestan los servicios por los que pagan impuestos los ciudadanos al Ayutamiento de Madrid trabajan... pues eso, trabajadores. ¡Ah, pero qué tiempos los del trabajador! Porque ya no existen, y no sólo porque haya más desempleados que población activa real y legalmente ocupada, sino porque los españoles se emanciparon, y cuando un español se emancipa, se olvida de todo. El presente es un mal momento para el trabajador: o está desempleado, o los neoliberales lo apedrean -un trabajador es la punta del iceberg sindical, algo intolerable. Ahora es el tiempo de la esclavitud... y del voluntariado.
Estoy decidido a hacer algo por mis conciudadanos, de aquí salimos entre todos, unidos, pero ya decía Platón que cada cual debe ocuparse de aquello a lo que está llamado por naturaleza. Yo elevo desde aquí la solicitud pertinente para acudir como público a la ópera en Madrid. Desde luego, ¡qué mal está la cosa, que tengo que ir sin pagar! ¡Es humillante!
Yvs Jacob
lunes, 30 de enero de 2012
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