Mientras aquí hacemos el gilipollas, y a punto estamos de morir por sobredosis deportiva, los chinos, con secular discreción, han trepado por nuestra espalda para clavarnos las banderillas de la Historia, y pronto empezaremos a chorrear el fluido de la miseria que somos como pueblo.
Nada escapa al paseante atento por las calles de Madrid. El proceso de vulgarización de la ciudad, perpetrado por el equipo de gobierno local, al frente del cual se sitúa el jovial alicatador con materiales pesados Alberto Ruiz-Gallardón, este Atila granítico, cementil y hormigonero, triunfa en su propósito, y una vez muertos, aniquilados en lenta sucesión todos los paisajes urbanos en que sus secuaces especializados han querido instalar la modernidad, el que se autoproclama más a la izquierda de la derecha ejerce su prerrogativa globalizadora multiculturalista y cede terreno dentro del barrio conocido "de las Letras", o bien "Cortes", a otro ingenioso negocio oriental, si bien justo enfrente del Congreso, al que sólo faltaban los chinos para que todo en él fuese de auténtica coña -no se olvide el actualísimo "caso Bono", tan aventado por unos medios como ahogado por otros.
En un local que acogió la intrépida iniciativa de un grupo de interpretación creativa, el cual no tardó mucho en suspender la función por falta de pijos ociosos y gentes guays con ganas de hacer el indio en tiempos de crisis, en un local situado en la privilegiada calle de San Agustín se comete el atentado de un Super Wu-Chen, como reza la licencia en su cristal, y la cosa tiene cojones. Cualquiera que se acerque al Gongreso durante la temporada de abono puede ver a nuestros políticos en desplazamientos cortos por la zona, entre el edificio principal y sus alrededores, donde hay otros propiedad del Estado. Pues ahí, nada menos que en la distancia corta, han asomado los chinos sus cabecitas hinchadas de neocapitalismo, y va a ser la hostia de divertido ver a nuestros políticos comprar cigarrillos sueltos y barras de pan duro; y alguno habrá que se encuentre a su propio hijo menor de edad seleccionando unos licores impecablemente falsificados para pasar la noche.
¡Oh, Zeus, tú que tienes el rayo, úsalo para mal!
Yvs Jacob
domingo, 25 de julio de 2010
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