Menudo disgustito el de Josep Ramoneda el viernes pasado en su columna para Hora 25. No había encajado bien que el próximo presidente del gobierno de la nación no fuese catalán. Incluso en un intelectual supuestamente independiente como Josep Ramoneda se puede decir que el nacionalismo es insaciable. Y qué decir de las palabras de Carme Chacón, que al esbozar lo que hubiese sido su proyecto político no pudo evitar una mención a su condición de española y catalana.
Una vez más, ése no es el camino.
Doy por supuesto que cualquiera que pretenda dedicar su vida y su esfuerzo a la política lo hace con objetivos honestos -los corruptos no son, estrictamente, políticos, como tampoco los egocéntricos, ni los megalómanos... Esto me obliga a desaprobar que la ministra Chacón, en su enfado, buscase una marca distintiva equivocada para su proyecto, como si cualquiera que optase al gobierno en el PSOE no quisiera reducir el desempleo, consolidar la economía y vertebrar la pluradidad nacional española con algún concepto unitario que haga de los españoles un pueblo o conjunto de pueblos menos ridículo y vergonzoso. (Al resto de los españoles no nos preocupa en absoluto que el presidente sea de aquí o de allá, lo que queremos es que sea el mejor, el más apto. ¡Mundo de locos, los españoles dando lecciones a los catalanes!).
Por muchos cargos que haya conocido Carme Chacón en su trayectoria política, debe admitir que no es ningún fracaso quedar momentáneamente apartada de la lucha por la dirección del gobierno con 39 años. Nada tiene que ver su condición de catalana ni que sea mujer, déjense estas obsesiones para uso exclusivo de los obsesivos. Si Pérez Rubalcaba no enloquece al ganar las elecciones de 2012, es seguro que hará de Chacón una vicepresidenta a la altura a la cual ha quedado esa competencia. Es más, en el PSOE habrían de empezar a fabricar el próximo Pérez Rubalcaba, esto es, un sucesor del sucesor, el futuro razonable de Chacón, para no quedar al aire en el momento crítico.
Debe elogiarse, no obstante, la actitud de la ministra de Defensa para evitar que al PSOE se lo tragase la cloaca. En un mundo de políticos ansiosos por salir en las fotos, lo que menos falta hace es que los de un mismo partido se consuman en una batalla a favor de la ineptitud. Y sobre todo es insoportable escuchar un día tras otro, mientras dura la pelea, lo de fuentes cercanas a Moncloa, y dar así la oportunidad a los medios de comunicación de tomar decisiones en nombre de la ciudadanía, que, por cierto, no les ha solicitado que suplanten su conciencia.
En las circunstancias actuales, Pérez Rubalcaba es la mejor opción. Si se tiene en cuenta que al PSOE lo ha derrotado en las elecciones autonómicas y locales la nada, para vencerla, nada mejor que un hombre práctico. La política es práctica en muchos aspectos: no sólo porque trate de las relaciones de los hombres en sociedad, acerca de lo adecuado o no para la convivencia, sino también por el modo como los problemas han de resolverse. Hago una llamada de atención al periodismo de izquierdas y a su crítica recurrente de los programas políticos. Mucho me temo que ni los problemas ni sus soluciones aparecen en los manuales de ciencia política. A los políticos no hay que pedirles tanto fidelidad al programa como capacidad resolutiva, sin que una solución derive en un nuevo conflicto. Tenemos todos tanto que aprender...
Yvs Jacob
domingo, 29 de mayo de 2011
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