Hemos visto al Partido Popular atacar a todo en este país: al Gobierno y a los demás partidos, por supuesto, al poder judicial, a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, a los servicios médicos, a los sindicatos, a los homosexuales, a los no creyentes, a los desempleados... nada ha quedado a salvo de sus torpedos.
Cree el Partido Popular que la democracia consiste única y exclusivamente en el acto de presentar candidatos y en la elección en las urnas, pero olvida, y acaso desconoce, la cuestión de fondo: la convivencia pacífica, que comienza a ser sometida a una "presión insoportable", como dirían algunos pregoneros del nacionalismo rural catalán.
El último objetivo de la estrategia de acoso, derribo y aniquilación de la víctima que sigue el Partido Popular es RTVE. Cuando este bastión de la objetividad caiga, si el pueblo español, del que se sabe que es analfabeto, no pone cuidado, habrá desaparecido la única posibilidad de conocer la realidad política que ahora existe en España, porque las televisiones autonómicas apestan, desde el cabo de Gata hasta Finisterre, las emisiones de la ultraderecha no son ni siquiera medios de información, Cuatro cuenta con sus propias manías y La Sexta, por citar sólo algunas cadenas, se inspira más en la comedia de Intereconomía que en la objetividad informativa.
Es de una cara dura a prueba de bombas la actitud del Partido Popular y de su portavoz habitual, María Dolores de Cospedal, atreverse a juzgar acerca de la objetividad del ente público, emplear el argumento de los impuestos y la exigencia de una información veraz de cara a los ciudadanos.
Es cierto que el PSOE de la época de Felipe González utilizó la televisión como un opiáceo, pero el Partido Popular utilizó la televisión pública como instrumento de propaganda, ¿o hay que recordar las millonarias promociones del ministerio de Fomento cada vez que Álvarez-Cascos se ponía el casquito o la bata? ¿O esos momentos interminables en que Josemari representaba su papel protagonista en el Telediario? ¿O a ese director de informativos que habría que haber puesto a narrar los programas de Jara y sedal, de tan corrupto e incompetente que era como periodista?
Por fortuna, el Partido Popular, cuyos dirigentes no son en absoluto tan inteligentes como sus burradas les hacen creer, avisa con tiempo, el mismo que necesita la ciudadanía española para despertar de su sueño de desidia y comprender que si una economía global tiene atadas las manos de los Estados medianos y pequeños, como el español, sí hay aspectos que aún quedan dentro de la propia responsabilidad ciudadana y republicana, y es urgente que los enemigos de todas las cosas, los descontentadizos viciosos, reciban una lección harto merecida.
Yvs Jacob
jueves, 28 de abril de 2011
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