Hola, Rosa.
Ya te había dicho desde esta humilde hoja de opinión que me interesó mucho tu atrevimiento, ese ejercicio literario tuyo que se valía, al parecer, del universo de Philip K. Dick en Do Androids dream of electric Sheep? y lo trasladaba de manera originalísima a la grotesca ciudad de Madrid, y aguardaba yo el momento de acercarme a la fuente para comentarte después algunas impresiones -son muy pocas-, porque ya sabes que la enseñanza que nos proporciona siempre un buen libro no despierta hasta que no se comparte con otros lectores... ¡bueno, qué te voy a decir yo a ti! Yo no creo en los Reyes Magos, Rosa, y tengo muchas dudas sobre el federalismo -temo que si se reconoce a algún territorio como Estado dentro de otro le hayamos dado un golpe al melón que lo reviente-, pero me animaron a que dejase los zapatos en la entrada -en casa no montamos ningún árbol de Navidad porque somos enemigos irreconciables del plástico, y los árboles de verdad están mejor en la naturaleza de verdad-, así que accedí al ruego que se me hacía, y no fue poca la ilusión con que desperté a la mañana siguiente, y cuando abrí uno de mis paquetes -perdona, ¿es habitual que te regalen calcetines cuando necesitas calzoncillos?-, allí estaba la obra de Philip K. Dick. La empecé tan pronto se dispuso el desayuno, y para la noche ya había terminado con los seis androides y medio roscón. Tengo que admitir que la novelita, que he podido leer en una preciosa primera edición, la he encontrado más bien flojilla -no sé si es así como se expresa la crítica...-, creo que me ha decepcionado, Rosa, aunque voy a dejar que pase algún tiempo para que este juicio se asiente. Supongo que muy mal no se te habrá dado reinterpretarla, porque mucho... mucho donde agarrar no hay -ya sé que yo soy un lector con escasa competencia y todo eso...-, y quiero decirte que Blade Runner, la puesta en imágenes de Ridley Scott, supera con mucho al arte de Dick, y no sólo por lo atractivo que es Harrison Ford para el espectador -por cierto, qué pena lo de Harry, ¿no?, ahora le ofrecerían sólo el papel de la cabra...-, y te sugiero que hables con Montxo Armendáriz, a ver si entre los tres hacemos la versión española a partir de tu revisión, que la vamos a liar bien -yo propongo a Eduardo Noriega, que si no la sala no la llenamos ni en el estreno.
Leyendo a Philip K. Dick he podido atisbar tus intereses, supongo que siempre cercanos al tema social, y quizá también al medio ambiente, que hay quien piensa que el medio ambiente va por su cuenta y nada tiene que ver con las acciones de los hombres -¡fíjate, lo mismo se dice de los dioses! Supongo que has sentido esa aguda punzada cuando el autor presenta la maldad de la humanidad en aquella deriva futurista, el uso perverso de la ciencia, ¿no? Ya te puedo imaginar encolerizada cuando en la novela se dice que "the humanoid robot - strictly speaking, the organic android - had become the mobile donkey engine of the colonization program". ¡Ufff, qué expresión, "the mobile donkey engine", durísima, Rosa, durísima! Y ese otro fenómeno, la colonización, que me pone la piel de gallina. Y también está el polvo ese, "the dust which had contaminated most of the planet's surface"... pero, atención a lo que dice Dick, Rosa, "[the dust] had originated in no country... this plague... had descended from above". ¡Uaaau, terrible, el futuro era terrible...! Yo encuentro no obstante muy ambigua la creación de Dick, que se niega a atribuir la contaminación a ningún país, ni siquiera a los que emiten más gases de efecto invernadero, entre los que se encuentra EEUU, aunque cito de memoria. Pero hablemos de Madrid, Rosa, que yo hay días que salgo y de tanta polución, que algunos creen niebla, casi me imagino que me voy a subir a mi propio hovercar y que voy a planear sobre el cielo de la ciudad para aterrizar después sobre una mierda. Menos mal que quien fue antes concejal de Medio Ambiente en Madrid es ahora su alcaldesa. Pero estoy totalmente de acuerdo: a quienes no relacionan la polución de las ciudades con las actividades humanas habría que colgarlos a todos.
En una aproximación tal vez anecdótica querría proponerte una discusión acerca del término andy, no sé si contracción, sinéresis, diminutivo o ninguna de esas opciones para android, ¿no te parece genial y divertidísimo? Me gusta esa palabra, andy. ¿Te imaginas que nosotros dijésemos algo así en español, por ejemplo, "eran las cuatro de la mañana y entramos en un garito que estaba lleno de andys", o, por ejemplo, un niño que replica a su madre "mamá, no quiero ir a casa de los andys, en referencia a los abuelos"? Para partirse de la risa, Rosa, ¡la de cosas que nos da la buena literatura!
No te quiero entretener mucho más y voy directamente por un último aspecto que me ha llamado la atención, un aspecto quizá más alucinógeno, por así decir. Ya casi en las páginas finales, cuando el héroe ha concluido la peripecia, se logra un clímax emocional que atrapa al lector atento. Iran, la esposa del protagonista, le da la fatal noticia: "'Rick,' she said, 'I have to tell you something. I'm sorry. The goat is dead'." Podría no ser nada esto de la cabra, pero poco después, cuando Rick habla con la secretaria de su jefe, insiste en ello: "Did you hear about my goat?", y debe de ser desmoralizador que te den una respuesta como la que Rick recibe -"No.I didn't even know you had a goat". ¿Crees que todo esto obedece a una suerte de lenguaje encriptado? ¿Conoces sus claves? ¿Cómo trataste tú ese asunto? ¿Cuál fue tu solución?
Bueno, pues eso era todo lo que quería decirte. Ahora no tengo tiempo de incluir aquí una lista de obras de la literatura universal que necesitan una revisión, pero así de manera sucinta te hago la solicitud de un Robinson Crusoe, mi obra favorita de todos los tiempos -ya, ya me imagino que vas a pensar que leo poco... Pero sin prisa, a tu ritmo, sigue con el Lazarillo que tengas entre manos.
Para que no quede todo así tan frío, déjame preguntarte por el asunto del chalé del presidente accidental que tenemos en la Comunidad de Madrid. ¿Qué te parecen las palabras en televisión de Esperanza Aguirre, cuando dijo que "el pobrecillo se lo quería comprar", te recuerdo que hablamos de un ático en Marbella valorado en 800.000 €? Pues mira, en eso también estamos de acuerdo: nos gobierna una pandilla de horteras.
Un saludo, Rosita,
Yvs Jacob
jueves, 17 de enero de 2013
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