viernes, 5 de diciembre de 2014

Le quitan la alfombra roja a Íñigo Errejón y se enfada

¡Pues vaya!
He escuchado a algún creador de opinión que la hostilidad hacia Podemos va en aumento. Ya empezamos con las picaduras en las pieles más sensibles. Que la corrupción estaba llevando a Podemos en carroza -imagen acertadísima de Iñaki Gabilondo- sobre una alfombra roja es un hecho que no se puede negar. Cada día un nuevo caso de corrupción y un poco más de mierda que va saliendo de otros más viejos; todo está podrido, la sociedad española es la más vil e inmoral que quepa imaginar, sus gobernantes no son más que otros tantos ciudadanos a la medida de esta sociedad y su indecencia no es en absoluto peor, sino la normal, la media, la que se espera dentro de este pucherito peleón que es nuestro país. Pero hay quienes se escapan de la caverna de Platón, y como es obligado, pues el cometido del sabio es realizar el imperativo de auxilio, vienen al rescate. Una raza de hombres sin tacha, correctísimos, los únicos capaces de separar el bien y el mal y no cometer errores: son, como tantos catalanes, sin pasado, sin historia. Por supuesto, todos nos ponemos muy contentos por su advenimiento, pues es cierto que con cada revolución y contrarrevolución se nos ha dicho que hombres así vienen a salvarnos, y es cierto también que nunca han dejado de llegar y de venir, y llegan y vienen, y luego se van y vienen otros, y así ha transcurrido la historia, con hombres que ven la luz y vienen a rescatar a otros hombres, sin que nunca termine la humanidad de ser rescatada ni de recibir sabios y sabios y más sabios que toman a su cargo la gestión de todas las cosas por nuestro bien. Pero esta vez, se nos dice de nuevo, es diferente, esta vez, sólo esta vez, la cosa está tan mal que es el momento de que los hombres nuevos sean más nuevos que nunca, y esta vez, se nos dice de nuevo, los hombres nuevos llegarán. Y así hemos empezado a chuparnos las pollas, como dijo el otro, y venga a chuparnos y a chuparnos las pollas, que esto es cosa de sentarse a mirar las obras, o mejor, la destrucción, que ya llegamos nosotros, los buenos hombres nuevos. ¿A nadie le resulta todo ya muy familiar? Yo no creo que haya ninguna hostilidad hacia Podemos, más bien creo que se les está dando la bienvenida al mundo de la política como se ha hecho desde milenios: primero el azote y después a llorar. Hubiese sido una ingenuidad grosera creer que por muy buenas razones e intenciones que tenga un grupo político no nos iba a interesar si el padre de alguno de sus dirigentes duerme con braguitas. Pero amigos de Podemos, ¡de qué os creéis que estáis hechos! Aquí somos todos iguales. Quiero decir que en España hemos tenido incluso guerras civiles por demostrar quién era el más docto en moral, quién viene y está limpio y quién no puede gobernar, aunque, claro, cuando esto lo decide la fuerza al final los medios invalidan el fin, porque en realidad una cosa con la otra no tiene nada que ver. Llevamos siglos peleándonos y acumulando atraso en el desarrollo de nuestra sociedad porque nos encanta recibir las carrozas a pedradas y mearnos en las alfombras rojas, que no estamos eligiendo al delegado de curso, señores, que todo es mucho más serio. No sé cuánto hay de cierto y cuánto de construcción en el "caso Errejón". María Malamenti me anima a que tome parte por el chiquillo, me dice: "es toda la puta universidad la que apesta", y cosas por el estilo. Recuerdo una conversación entre docentes universitarios hace tiempo, una vez que fui a visitar a uno de ellos que había sido uno de mis profesores en otra parte. Cómo no será la universidad en España cuando los profesores pierden por completo la decencia unos con otros y frente a los demás. Hablábamos en un pasillo cuando uno de los docentes más veteranos de la institución se acercó para saludar a quien había sido mi profesor. Con toda la curiosidad más impúdica y sin la menor reserva, lo abordó: "oye, pero ¿tú has entrado por aquí o por el otro sitio?". Y todos allí sabíamos que no se estaba hablando de lo que no se estaba hablando, y que mi querido profesor había entrado por el otro sitio, que es por donde se entra en la universidad cuando no eres alumno o estudiante, que habitualmente se usa la puerta. No nos volvamos locos con el "caso Errejón". Apliquemos el mismo celo para combatir a los demás mercenarios de los que se valen los medios de comunicación y los partidos políticos para llevar su voz a todos los rincones más sucios. No obstante, cuidado, amigos, que también me dicen que la madre de Pablo Iglesias tiene un punto dicharachero que no le conviene a este negocio: mucho cuidado con subirse a la carroza en zapatillas de andar por casa, que llueven hostias y hay que saber moverse con agilidad.


Yvs Jacob