Mucho cuidado, amigos, que empiezan a producirse movimientos en el sentido expresado por una conocida ley de Murphy: las cosas que van mal irán peor. Esperanza Aguirre, que ganó el gobierno de la Comunidad de Madrid gracias al "tamayazo", y que no lo abandonó sin dejar a la región con un ritmo galopante en la destrucción de empleo y con la crisis de Bankia, intenta sacar la cabeza del cenagal de los "populares" para postularse como el hombre-medicina que necesita el pueblo español. Mucho cuidado, amigos, que el país corre el serio peligro de llenarse de megacasinos y campos de golf ilegales desde un rincón a otro, de llenarse también de profesionales de la sanidad privatizada cuyo salario lo paga la Administración pública, de docentes en paro y de espectáculos taurinos en nombre del progreso liberal. Atentos, que cuando algunos políticos en España toman posiciones y se colocan, son los ciudadanos quienes terminan más perjudicados. O hablemos de aquella brillante idea, la liberalización de los horarios comerciales en Madrid, que no sólo no ha creado un solo puesto de trabajo, sino que los ha precarizado todos; es que ni siquiera ha estimulado el consumo, que cae en picado, y ha condenado a la ruina a miles de pequeños comercios, tanto en la capital como en toda la región, al no existir ni una sola calle en la que no se haya abierto un siniestro almacén regentado por un insaciable oriental de esos que tanto desprecian la vida. Mucho cuidado con la inteligencia de la regeneradora de la democracia en España, amigos, y sobre todo atentos a la oportunidad, pues tras casi diez años en la presidencia de la Comunidad de Madrid y otros tantos en la presidencia del PP en la región, ha caído ahora en la cuenta la señora Aguirre, consumados todos los males de su nefasta gestión -dedicada con exclusividad y obsesión a hacer oposición al gobierno de la nación del PSOE desde 2004 hasta 2011-, ha caído en la cuenta de que las cosas tienen que cambiar, y lo que es peor, que ella tiene la capacidad, la disposición, el buen sentido, la clarividencia y la intuición del modo en que los cambios deben ser acometidos -ella habla de un problema con las listas, cuando lo que hay que conseguir es que salgan definitivamente de la política muchos tontos. ¡Ojo, ojo, ojo!, que creíamos haber encontrado algo de alivio en el batacazo de nuestro señor Mariano, y de nuevo sale a patrullar la musa de los iletrados -mucho cuidado, españoles, que musa iletrada busca cortijo.
Yvs Jacob
jueves, 7 de febrero de 2013
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