Me lo estoy pasando en grande con el lío que ha montado la nueva novela de Rosa Montero, aunque temo contribuir a su promoción con mis críticas y que algún cerebro paticorto se dirija a una librería para regalársela, habiendo tanta literatura de calidad que atender y con urgencia -véase Aktion BDM, mi novela "policíaca".
Borges, que era vanidoso como sólo puede serlo un intelectual culto, se entristecía cuando pensaba en todo lo que ya no podría releer, y quizá uno de los sentidos de esta melancólica observación sea la crítica a la mala literatura contemporánea, como si lo verdaderamente bueno hubiese sido ya escrito. No lo creo así, pero desde luego que mierda se escribe hoy y en mucha cantidad.
Yo apenas releo, no puedo "desperdiciar" así mi tiempo de ilustración, pero selecciono y mucho, aunque, claro, yo todavía leo a William of Ockham, tal vez porque soy un poco gilipollas.
No leo, por supuesto, novela española contemporánea si no ha sido antes examinada al microscopio por lectores competentes, atentos y de confianza, y esos seguro que no se encuentran en las secciones culturales de los medios de comunicación ni intervienen en programas radiofónicos para hablar de un libro antes o después de hablar de un plato de comida.
Que los editores han aniquilado la posibilidad de la buena literatura en España es una verdad indiscutible, y ha sido por el colegueo, por publicar el librito del amiguito y de la amiguita, a los que se tiene por muy sabios y leídos, aunque el talento consiste en otra cosa.
Me llega una información sobre la presentación de la novela de Rosa Montero en el Teatro de la Abadía. El autor de la crónica, Javier Rodríguez Marcos -absolutamente desconocido para mí-, no se ha tomado la molestia de hacer una pequeña investigación en Internet, y atribuye el título Blade Runner a Philip K. Dick, que escribió Do Androids dream of electric Sheep?, relato en que se basa la película de Ridley Scott. ¿Será que Rodríguez Marcos trabaja en El País sin haber hecho el famoso Master de Periodismo de PRISA? Hubiese sido demasiado que alguien que se dedica a la información cultural tuviese también él algo de cultura. Pero para eso existe Internet. Homer Simpson nos enseñó que la televisión libra a los padres de ofrecer respuesta a muchas cuestiones incómodas, de la misma manera que Internet nos libra de saber lo que decimos que sabemos, porque siempre estará "ahí"; identificar la fuente se ha convertido hoy en exhibición de todo el conocimiento.
Tras consultar en la Red cómo evoluciona el asunto del homenaje fallido que hace Rosa Montero a un universo de culto, me convenzo de que ha escocido su atrevimiento, y perplejos se van quedando quienes conocen del mismo: hay mundos para los que cualquier descuido se convierte en profanación.
Quiero distanciarme de un tipo de crítica "a lo Canetti", quiero decir que no saco conclusiones morales de los autores a partir de sus obras -salvo en la arquitectura, la primera y más exigente entre las artes-, pero la crítica literaria, en particular, debe ser implacable: cuando a alguien le publican "seguro" por ser quien es, es seguro que lo que le publican no se lo publicarían a otro.
Yvs Jacob
martes, 5 de abril de 2011
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