El pasado domingo podía leerse en El País una nueva loa de Sorayita, vicepresidenta del Gobierno de España. Al parecer, en El País se valora mucho la conjunción de maternidad y responsabilidad en la alta gestión, bien pública o mejor privada. Pero quizá dedicar un reportaje a una ejecutiva o directiva de la empresa privada pueda resultar obsceno incluso a su redacción en la situación actual, redacción que apiadada de los lectores aprobó el elogio a la vicepresidenta, aunque quienes hayan atendido a la evolución de este diario español durante los últimos años habrán podido observar un movimiento desde la preocupación por la libertad y los derechos de la sociedad hacia la fijación empresarial, y todo ello con el mérito de no faltar a la verdad. Con justicia hay que decir que en El País no se observa un problema respecto de la veracidad, no al menos en cuestiones de bulto, esto es, si tiene lugar una gran manifestación, la imagen se lleva en portada, incluso si hay que sacrificar el nuevo peinado y unas interesantísimas declaraciones de Sergio Ramos; sin embargo, desde hace algún tiempo domina en la evaluación de su información el peso empresarial de la noticia, el concepto del negocio, interesa mucho todo lo que crece y se expande, nada que ver el experiodista y consejero delegado Juan Luis Cebrián con aquel otro director de periódico cuando a su diario lo confundían con el BOE. Me ha llamado la atención lo mucho que se admira y cuida de Sorayita en El País, joven, madre y vicepresidenta, y creo que al homenaje que se le rinde todavía le falta un contrapunto, por así decir, social, imprescindible en otro tiempo, un contrapunto con, por ejemplo, la Loli, que tiene la misma edad, es de Vallecas y limpia portales, y que por desgracia no ha parido más que insultos y deformaciones. Me explicaré. Desconozco si participar en la gestión de esa cosa, España, exige mucho o poco de la vicepresidenta, todo lo que llego a percibir es que el país va bastante mal y que la vicepresidenta aparece de cuando en cuando ante los medios con ninguna eficacia más que mostrar que la solemnidad también puede ser muy naïf. No consigo imaginarme lo duro que debe de ser un día en la vida de Sorayita, ni como vicepresidenta ni como madre con todos los gastos pagados, y por ello tampoco consigo elevarla al modelo que El País reconoce como el ideal de la mujer moderna, la gestora que no renuncia a la maternidad, que es, como dijo Ruiz-Gallardón, filósofo costumbrista, lo que hace mujer a la mujer -simplemente me cabe reconocer en ella a una mujer de derechas a la cual las cosas le van bien, que para eso se es de derechas, coño. Por supuesto, me conmueve la Loli, que hubiese querido ser madre hace muchos años, pero ni tiene dinero para traer a otro pobre al mundo ni escribe nadie acerca de ella porque es una desgraciada más, y para referir al conjunto de miserables y desgraciados se emplea en un cierto periodismo el término crisis -a los brillantes triunfadores se les dan algunas páginas para ellos solos, con gabardina y mirada entretenida, lo que se llama tener genio. Decía Sartre en su estudio sobre el carácter emocional de la percepción que cuando algo no nos interesa lo aniquilamos, y no le faltaba razón. La prensa de derechas sólo homenajea a sus bestias; quizá El País está cometiendo una equivocación por exceso de buenismo al hacerse eco de un producto de la derecha: la brillante vicepresidenta de las declaraciones simplonas, cuyo éxito hace desaparecer la miseria de todas las demás mujeres fracasadas. Rodríguez Zapatero eligió a María Teresa Fernández de la Vega, de la que se mofaban los diarios de la caverna por su inquietud ante un armario; Mariano Rajoy, que practica una imitación también muy solemne y muy simplona, confió en Sorayita, que volvió al trabajo apenas el alumbramiento de su criaturita para mostrar a la izquierda que la baja por maternidad es una estafa socialista cuando se ha ido a la escuela con las monjas. Yo soy más de la Loli... la pobre. Por cierto, ahora que vuelve a penalizarse el aborto, que yo encuentro tan desagradable, pero cuya libertad en otros no me atrevo a limitar, ¿se legislará también para castigar a la mujer que cercana a la menopausia no ha sido madre todavía?, ¿podría ser acusada de abortista por retardo o latencia, abortista en tentativa flagrante? Y ¿cuándo empezaremos a apedrearlas?
Yvs Jacob
viernes, 16 de noviembre de 2012
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