Ha pedido il compagno Iñaki Gabilondo colaboración ciudadana desde su videoblog para calificar los desmanes de la mala cabeza de Josemari Aznar fuera de España. Como Josemari está el pobre peor que un cencerro, quiero precisar que si no le funciona la razón nada tiene que ver eso con los husos horarios, es decir, que no le va mejor en suelo extranjero que en el patrio, ni en los aires, mientras vuela de un lado para otro con la dinamita, que un día le terminará estallando, si acaso la situación tan terrible que debe de vivir conservado en su odio no es ya una tragedia entre las peores.
Como tantas veces habrá comprobado el lector atento de prensa y ciudadano responsable que sabe seleccionar las agresiones de los medios de comunicación, Josemari no perdona a los españoles que no le hayan perdonado por arriesgar la vida de muchos de ellos a cambio de hacer al país más rico, y llenarlo de jubilados de 45 años. Para ocultar la vergüenza que debería devorar al Partido Popular, algunas plataformas voncingleras ajenas al periodismo se han inventado una trama corrosiva que vincula el radicalismo islámico con los terroristas de ETA, y a todos con el PSOE mediante unos funcionarios corruptos que fabrican y ocultan pruebas -la historia es bien conocida.
No creo que llamar "traición" a lo que hace Josemari en el extranjero sea acertado. El traidor tiene que pertenecer de alguna forma a su patria, no necesariamente identificada en su documento de nacionalidad. Josemari ya no es en absoluto un español. A la patria hay que sacudirle el polvo todos los días, porque el patriota no puede desviarse del deseo de hacer de ella algo siempre mejor, y hay que quererla en lo que es, en lo que su historia ha hecho de ella, porque si alguna decisión escapa por completo a los hombres, sin duda es la de venir al mundo, en qué condiciones y circunstancias. Pero atacar a la patria por la satisfacción de verla perecer hasta los escombros, las cenizas, eso ya es propio de un sádico con apetito de venganza.
Josemari hace mucho tiempo que dejó de ser de los nuestros para convertirse en un triste polichinela que busca su redención, no por el perdón de los otros, sino acabando con todos ellos, luego, admirado Iñaki, sea la palabra "rencor".
Elevo desde aquí una propuesta para que los medios de comunicación sensatos eviten dar voz a las asnadas de Josemari. En particular, encuentro mucho más interesante que se investigue por qué Ana Botella necesita mover cuatro coches oficiales para hacerse las mechas, y por qué sale de la peluquería tal y como entró, que da un susto de morirse verla por televisión.
Yvs Jacob
Como tantas veces habrá comprobado el lector atento de prensa y ciudadano responsable que sabe seleccionar las agresiones de los medios de comunicación, Josemari no perdona a los españoles que no le hayan perdonado por arriesgar la vida de muchos de ellos a cambio de hacer al país más rico, y llenarlo de jubilados de 45 años. Para ocultar la vergüenza que debería devorar al Partido Popular, algunas plataformas voncingleras ajenas al periodismo se han inventado una trama corrosiva que vincula el radicalismo islámico con los terroristas de ETA, y a todos con el PSOE mediante unos funcionarios corruptos que fabrican y ocultan pruebas -la historia es bien conocida.
No creo que llamar "traición" a lo que hace Josemari en el extranjero sea acertado. El traidor tiene que pertenecer de alguna forma a su patria, no necesariamente identificada en su documento de nacionalidad. Josemari ya no es en absoluto un español. A la patria hay que sacudirle el polvo todos los días, porque el patriota no puede desviarse del deseo de hacer de ella algo siempre mejor, y hay que quererla en lo que es, en lo que su historia ha hecho de ella, porque si alguna decisión escapa por completo a los hombres, sin duda es la de venir al mundo, en qué condiciones y circunstancias. Pero atacar a la patria por la satisfacción de verla perecer hasta los escombros, las cenizas, eso ya es propio de un sádico con apetito de venganza.
Josemari hace mucho tiempo que dejó de ser de los nuestros para convertirse en un triste polichinela que busca su redención, no por el perdón de los otros, sino acabando con todos ellos, luego, admirado Iñaki, sea la palabra "rencor".
Elevo desde aquí una propuesta para que los medios de comunicación sensatos eviten dar voz a las asnadas de Josemari. En particular, encuentro mucho más interesante que se investigue por qué Ana Botella necesita mover cuatro coches oficiales para hacerse las mechas, y por qué sale de la peluquería tal y como entró, que da un susto de morirse verla por televisión.
Yvs Jacob
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