¡Olé!
¡Ay! También Yvs Jacob lo es, pero tiene un corazón tan grande como la fortuna de Emilio Botín, y no lo vendería por menos.
Queridos amigos pobres y desempleados, el Dios de Benedicto nos ha concedido esta gracia del ocio como en el pasado las guerras: quiere que seamos mejores en todo, y tan felices, que sólo el pobre de espíritu vivirá derrotado al considerar la privación de recursos una desgracia.
Cierto que este mundo da asco, que los poderosos se chupan las pollas de satisfacción al tener bien cogidos por las pelotas a los sapientísimos gobernantes de los hombres para que continúe el sagrado progreso que hará de todos nosotros profundos, insondables gilipollas. Pero no penséis que la pobreza es un mal, pues, al contrario, ella abre el instante, reconcilia con la temporalidad, si bien no la de los filósofos de la existencia, no con la finitud o la muerte, sino con el ahora en el día a día. Pobres afortunados, ahora tenéis el tiempo, y lo tenéis para hacer con él lo que os salga de los cojones, de nuevo, por fin otra vez. (Además, robar en el supermercado no ocupa demasiado cuando se sabe hacer).
No os preocupe que el trabajo llegue o no llegue, ni os preocupe comer ligero, ¡la vida está llena de placeres! Una cita vaga de Arthur Schopenhauer amonestaba el apetito de los hombres, que apenas han conseguido un milagro y ya solicitan otro. ¿Acaso cuando trabajáis no queréis sino tocaros el badajo? ¡Enga!
Yvs Jacob
jueves, 4 de febrero de 2010
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