"No nos toman en serio", ha concluido el Mahatma Gandhi de Moratalaz.
¡Cómo se está poniendo la cosa!
Una vez excluida la vía de la violencia -Islandia 1, mundo árabe 0-, el movimiento del 15-M se encuentra, así se dice, "en un callejón". Hubiese sido mejor iniciar una revolución-guerra civil, pero cuando las cosas se hacen mal... -por querer hacerlas bien...
Hubo quien creyó en el éxito del movimiento: basta con hacer un poco de ruido, montar unas chozas de ONG, negar la legitimidad del actual sistema parlamentario y tratar a la Policía como si fuese el cuerpo representativo del pueblo al cual puede éste ajusticiar, pasar por la quilla en pago por sus malos servicios, para elevar a una sociedad desde su inconfesada negligencia histórica hasta el modelo supremo de organización política, todo ello tan fácil como declinar la invitación de los partidos democráticos mayoritarios -"Lo llaman 'democracia' y no lo es"; "Que no, que no nos representan" y otros "hits" de la pasada primavera.
Pero el bello mundo que iba a salir de la no-revolución parece atascado -vamos, que todo sigue igual y siempre seguirá, y si algo sucede, sólo para peor, me temo. Los ideodos de la no-revolución se ponen nerviosos al observar que el mundo sigue adelante tras el 15-M -nos hemos ido de vacaciones, aprovechamos las rebajas para comprar más cosas que nunca que no necesitamos y vivimos el milagro continuo de no morir de hambre en el desempleo-; se agotan las distintas iniciativas -perjuicio o boicot a manifestaciones con ideología afín, provocación innecesaria a los Cuerpos de Seguridad del Estado...-, y en la desesperación de la ineficacia, se recurre a la tragedia personal, como si pudiese importarle a alguien, cualquiera que sea su forma. Precisamente, estamos donde estamos porque todo nos importa una mierda desde hace bastante tiempo.
La propuesta arrancó buenos aplausos. La decisión de iniciar una huelga de hambre fue acogida con entusiasmo -el movimiento necesita algunos mártires ¡ahora! Se trataba en realidad de una duda -el "speaker" dijo algo sobre los hidratos que soy incapaz de reproducir, pero confiaba en su calendario. Pero otra cosa hubiese sido inmolarse. Para inmolarse ya no vale tomar el micrófono y reflexionar ante el público de "El club de la democracia" con una gorra ladeada, lo que hace falta es el bidón de gasolina. Es un paso serio -Islandia 1, mundo árabe 1. Tal vez este "wannabe" Gandhi está convencido de que a su gesto le seguirá por fin una reacción con auténticas consecuencias sociales, al contrario de las demás reacciones sociales en Occidente desde hace unas décadas, cuyo efecto más letal es que no pasa absolutamente nada. Pero yo creo que no le irá mucho mejor. La suerte del compañero Javi no será otra cosa que uno más de los muchos experimentos de la vida en cautividad a los que ya estamos acostumbrados. Sus padres y amigos recorrerán los estudios de radio y los platós de televisión para contar al mundo que el Javi -a quien siguió en la asamblea un tal Jose- "siempre ha sido un tío de puta madre", y nadie lo discutirá, pero es que los demás tenemos otras cosas que hacer -yo ahora estoy leyendo mucho a Christopher Isherwood y llego a la conclusión de que la literatura inteligente desapareció en los años 50. Es un asunto exclusivamente personal, mío, Javi.
Ojalá una victoria de Pérez Rubalcaba en las próximas elecciones consiga apartar a este joven de la atracción de su trágico destino. En caso contrario, ruego a Javi informe puntualmente del lugar donde llevará a cabo su lucha pasiva por la supervivencia, seguramente somos muchos los que hemos estrenado cámaras fotográficas de gran alcance y calidad de imagen este verano sin haber atrapado en su tarjeta de memoria nada más que furtivos desnudos femenimos.
Yvs Jacob
domingo, 28 de agosto de 2011
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2 comentarios:
Está uno de ingenuidades y tonterías hasta los...Qué razón tienes con tu concepto de "la izquierda guay"...se necesita algo más científico pero que no se pase al inhumanismo fascista ó stalianiano...tú crees en el proyecto de Rubalcaba...me alegro que seas optimista. Por mi parte acabo de releer, por cuarta vez lo menos desde que era estudiante, El Árbol de la Ciencia, con cuyo pesimista protagonista no puedo dejar de identificarme, y ahonda en mi en escepticismo más indiferente...
Comprendo tanto pesimismo. Sobre el proyecto de Pérez Rubalcaba debo decir que me produce terror el modo bárbaro como se conduce el Partido Popular -sus portavoces, los mensajes que ofrecen y el mundo que resultaría si los españoles se arrojan en sus garras. La mentira es peor que la ingenuidad. Lo malo de señalar a un líder directamente en política es sin duda atribuirle unos poderes que no tiene. Pérez Rubalcaba no podrá contener los peligros que se ciernen sobre España, pero tal vez introduzca un sentimiento positivo en nuestra sociedad, sentimiento práctico del cual es incapaz la zafia derecha española. La izquierda española, por su parte, debe separarse del concepto hiperbólico de subsidio. Me refiero con ello a que debe convencer a todas las capas de la sociedad de su participación necesaria en el bienestar común, sin excepciones. Por el momento, esta dificultad resulta insalvable en un pueblo de escasa moral como el español. Mucho me temo que cuando miramos a otros países europeos sólo advertimos su economía, pero nuestra reforma más necesaria es de tipo cultural, y el dinero tiene que ver en ella muy poco. Necesitamos una moral republicana, entendiendo por tal el desarrollo y la defensa de nuestra pequeña comunidad española en su complejidad. No obstante, para lograrla habrán de ser vencidos enemigos externos y otros peores en el interior. Hay muchas razones para el pesimismo.
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