Yo había tenido algunas experiencias viéndola, escuchándola por televisión, pero no me atrevía a identificar a Sonia Castedo, alcaldesa de Alicante, como el potentísimo agente capaz de arrojarme al suelo en un interminable ataque de risa, en un revuelco que me llevaba de un lado a otro de la habitación con un latido en los pulmones, que amenazaban descolgarse, desprenderse de la estructura que los soporta por la violenta convulsión propia de un gozo místico.
Y qué criaturas extraordinarias no veía yo por todas partes, imposibles de encontrar en el mundo que ingenuamente se llama real: empresarios sin escrúpulos, políticos corruptos, ciudadanos analfabetos... No pueden ser sino producto de esa estúpida, que diría David Hume, esa tonta... la imaginación, claro.
Qué sensación de incomparable bienestar. Tanto tiempo entregado a la marihuana para descubrir que bastaba con un micrófono bien colocado y lograr así la catarsis, romper con el dolor de los días. Había pensado que era otra cosa el mundo feliz, contaminado por la mala literatura, pero andaba yo desorientado. Porque el mundo feliz es el que la alcaldesa llama normal: el mundo Fabra, el mundo Camps, y el suyo, el mundo donde alguien puede declarase la polla insaciable.
Creo que la sociedad española no obtiene del Partido Popular todo el beneficio que estos amigos podrían proporcionar. Un auténtico Estado policial viene siendo necesario, con acceso directo a las cámaras que habrían de emitir para todo el público la vida privada de las personas públicas. En vez de El show de Truman, podríamos ver a nuestros políticos en El show de 'Y tú más', sin perder detalle del modo como se llenan los bolsillos traficando, que no otro verbo es más adecuado, con los bienes públicos, con las ventas y las compras de nuestros recursos, que ellos gestionan, especialmente los esquilmadores del Partido Popular, como reyezuelos africanos.
Quiero agradecer desde aquí a la alcaldesa Castedo por su cara dura, y más grande que un piano de cola. Lo que me ha hecho de reír y de reír y de reír esta campeona del disparate.
No sé por qué sospecho que el tiempo en que eran otros los culpables de que un político terminase convertido en un delincuente llega a su fin...
(Y mañana en Basuragurú: "Intereconomía ya practica la mendicidad en todas sus formas". Con declaraciones del moralista Mario Conde: "Yo no llevo las cuentas").
Yvs Jacob
jueves, 9 de junio de 2011
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