Me ha pillado totalmente por sorpresa, ya que yo creía que ser ignorante en muchas materias, escribir mal y gilipolleces no eran méritos suficientes para optar a una pensión de esas características.
Pero me ha comentado uno de los deliciosos pensionistas de la RAE lo siguiente: "no tema, que aparte de quienes acceden a la Academia por su cualificación como lingüistas, a los que sin duda debemos admirar, todos los demás nos encontramos en una situación similar a la suya; esto es, ser ignorantes en muchas materias, escribir mal y gilipolleces... Pero, oiga, ¡qué le vamos a hacer!". Y me he tranquilizado.
El dinerito ya me iba haciendo falta, porque está la cosa muy mal -yo lo veo todo muy negro-, y ya le he echado el ojo a un par de americanas y a unas corbatas venecianas la mar de intelectuales.
Sé que interesa, y tanto, el discursito de acceso, siempre, claro, en el caso de que salga vencedor en la complejísima votación, penetrada con seguridad de desprecios y amistades. He pensado en un par, aunque yo si me pongo escribo ocho, y, a lo Pérez-Reverte, los que me salgan de los cojones.
Ahí van los títulos: "Pierre Menard, autor del Quijote", y "Cartas a un joven poeta".
Ocupar el sillón de Miguel Delibes exige una gran responsabilidad. Yo leí muy temprano su primera obra, La sombra del ciprés es alargada, que me hizo pasar una vergüenza indecible -la novela es mala, mala, mala como ella sola. Leí después otras, cuando Delibes aprendió a escribir, y no me importa reconocer que es El camino una de las mejores novelas jamás escritas en lengua castellana.
En fin, que haré lo que pueda -y de momento ya busco alquiler en el corazón del Barrio de las Letras, que me han dicho que hay por allí dos churrerías muy buenas.
Yvs Jacob
viernes, 18 de marzo de 2011
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