Ya iba siendo necesario un instrumento filológico tal que permitiese al ciudadano comprender lo que dicen algunos de sus representantes libre y democráticamente (?) elegidos.
Porque no entendemos a María Dolores de Cospedal, es de todo punto imposible seguir su discurso, y quizá nada existe más descorazonador que una palabra opaca, esquiva, como las cosas, una palabra impenetrable.
En su correspondencia con Walter Benjamin, si no en un escrito sobre éste, contaba Adorno una anécdota protagonizada por Thorstein Veblen, quizá un genio, o al menos un singular pensador capaz de llegar a conclusiones semejantes a las de Karl Marx con el mérito de ignorar por completo la fraseología marxista. Decía Adorno que Veblen seguía un curioso método para dar con el significado de las palabras en un idioma extranjero: bastaba mirarlas una a una fijamente hasta que alumbrase por su sola contemplación aquello por lo que están en el texto. Por mucho que lo he intentado, no he avanzado nada en el conocimiento del holandés.
Algo similar me sucede con De Cospedal, que por mucho que la escucho, las cosas tan extrañas que salen de su boca, sus diagnósticos acerca de todos los asuntos, no alcanzo a encontrar el vínculo con la realidad.
He consultado a algunos sabios de la filología, si bien creo que el problema es de carácter filosófico. La idea que se ha extendido es la siguiente: De Cospedal no utiliza el lenguaje en su valor descriptivo, ella, "digamos que digamos", crea, como los poetas, sólo que invierte el signo positivo y esperanzador del lenguaje de los poetas, y en lugar de crear mundos, construye mentiras. Los filósofos que he consultado después estaban de acuerdo. "No es lo mismo -decía uno de ellos- que algo no exista en la realidad a que algo no exista porque es mentira".
¡No me jodas! ¿Y la gente lo sabe?
En efecto, aquello que se sabe que existe, no puede no exirtir -sé que el argumento patina en ocasiones (piénsese en los "seres especiales" o en las interpretaciones erróneas del "cosmos noetos" platónico)-, pero de aquello que se sabe que es de una manera en la realidad y se dice con intención que es de otra, de eso se dice una mentira.
Claro, era imposible que yo diera con una explicación tan compleja, puesto que sólo soy un ciudadano cualquiera, un gilipollas, un votante, vamos.
Me he enterado, sin embargo, del fruto de una iniciativa ciudadana, el "Diccionario De Cospedal-Verdad/Verdad-De Cospedal", una obra conjunta en la que ha estado trabajando desde hace varios años un grupo de rojillos del barrio de la Elipa -qué podrían ser...-, conscientes del triunfo del Partido Popular en las próximas elecciones generales democráticas (?). Como se sabe que De Cospedal es muy de acumular salarios, se teme que quiera ser presidenta de Castilla -La Mancha al tiempo que ministrilla "o argo asín", y a una parte de los gobernados, a quienes nunca la votaremos, no nos vendrá mal una traducción a nuestro idioma natural de lo que dicen que hacen nuestros gobernantes, y en especial los que no gobiernan.
Me ha parecido una idea muy de puta madre.
Ya está a la venta, pero, me disculparán los vecinos tan majos y "enrollaos" de la Elipa, yo, de la derecha sociosuicida española, no compro ni papel higiénico. ¡Faltaría más!
Yvs Jacob
martes, 8 de marzo de 2011
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