Estaba yo el otro día en mi casa tranquilamente y sin hacer daño a nadie cuando sufrí un accidente bastante desagradable. Escuchaba la radio, y, de repente -¡atención, novelistas, "de repente" es un mal amigo para la ficción-, se anunció un tema inminente de Ismael Serrano. ¡La hostia puta! ¡Así, sin un aviso previo ni nada! A bocajarro. ¡Cómo se nota que ya estamos en precampaña!
Me pilló ocupado en una tarea para la cual necesitaba las dos manos y no pude cambiar de sintonía rápidamente. Bueno, pues, adelante. Con dos cojones.
Ismael Serrano estaba dale que dale con la guitarra y esas cosas tan raras que canta, que yo creo que es un depresivo deprimido y deprimente.
Y venga una frasecita, y otra, y otra más, casi tres minutos de coñazo. En momentos así, uno descubre el sentido de "la duración". Otra cosa es la memoria.
El texto era difícil de entender, y no habría manera de agarrarlo, de asumirlo, reinterpretarlo. Debe de ser un esfuerzo para el mismo Serrano actuar en sus conciertos y acertar siempre con la estrofa que viene después, y hasta las mismas frases de sus canciones parecen añadidas según un principio aleatorio provisional. Aunque es también una ventaja de cara al público, que puede acudir sin "saberse las letras" y con la expectativa de lo que algunos teóricos de la dramatología llaman "espectáculo", un acontecimiento irrepetible por su propia naturaleza.
Dos asistentes a un concierto de Ismael Serrano saldrán de allí con muchas más dudas que cualesquiera otros espectadores:
"¿Cómo era la de...?".
"No, no, ésa era la otra, la de...".
"Que no, que no, que era la de...".
"Que no, coño, que era la de...".
No necesité mucho tiempo para comprender que Ismael Serrano tiene un problema de carácter compositivo, un problema fundamental con la rima, entre otras cosas. Yo tuve en COU un profesor muy pertinaz para combatir a los modernos: "no se empeñen: si no rima, no es poesía". Es tal vez lo único que aprendí en el instituto, más allá de que a las mujeres les gustan altos... y grandes -bueno, esto lo decía un compañero.
Vamos a ver, Ismael Serrano. Sabemos perfectamente lo difícil que es hacer justicia al castellano en poesía, no en vano ha tenido España muy pocos poetas buenos, y está todavía a la espera de su Baudelaire y de su Hölderlin, que son la medida para toda poesía y de toda cultura -¡si es que hay una regla cultural que dice que sin un Baudelaire ni un Hölderlin te sale un Luis García Montero, hombre...!
Bueno, pues como la canción es una forma de la poesía, "hay de que intentar de que salga bonito", dicho así en catalán. Que yo entiendo que a uno le vienen las prisas y quiere escribir todo el disco en una tarde, pero tampoco pasa nada por ceder a la consonancia. Si es que ya decía Lévi-Strauss que el misterio está en la melodía, y si se quiere dignificar a la palabra con la música, entonces hay que metafisiquear lo justo -que en tu caso no es para tanto-, y dejar que la a vaya con la a, la e con la e, y en adelante.
¡Enga! ¡A mandar!
Yvs Jacob
lunes, 14 de marzo de 2011
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2 comentarios:
¿Bécker?
¿Anónimo?
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