¡La hostia puta! Que no nos deja en paz el grafómano incontenible este. ¡Qué individuo más pesado, que no para de darnos por el culo con un libro tras otro! Por si no estuviésemos ya bien jodidos, Alfaguara y El País se han empeñado en meternos toda la "biblioteca Pérez-Reverte" por el ojete, y la obra completa llenará primero todos los kioscos, sin que nadie lo haya pedido ni lo desee, sin que un solo día hasta dentro de varios meses sea posible librarse de su careto cuando el curioso se acerca a ver las cubiertas de las revistas eróticas, de salud o belleza. Nunca he entendido a los lectores de Pérez-Reverte. Obsérvese que digo "lectores de", porque es el caso típico de autor que secuestra lectores, que los reduce a su obra, sin que reste después algo en el mocho para leer otra cosa. Me consta que los lectores de Pérez-Reverte tampoco me entenderán a mí, pero es éste un gran consuelo, la autoexclusión de los mediocres. Por otra parte, algo anda mal cuando un lector se dirige a la obra de Pérez- Reverte, pese a las advertencias que se esfuerzan en mantenerlo alejado de los finos paladares de la literatura. Igual que él escribe por escribir, y sus editores lo publican por publicar, y sus lectores lo compran por comprar "todo lo de Pérez-Reverte", hay otro bando que no soporta "lo Reverte", un bando al que le importan una mierda el Alatriste ese de los cojones y los tesoros bajo el mar. Pero se ve que no tenemos derecho a librarnos de aquello que nos repugna, y ya ni siquiera es posible apartar la vista y mirar a otro lado, porque no hay un espacio en que no asome Pérez-Reverte.
Yvs Jacob siempre ha deseado que los lectores se acerquen a él, pero desde luego que no va por ahí dando por el culo a la gente.
Yvs Jacob
viernes, 1 de octubre de 2010
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4 comentarios:
Pues te jodes, chaval.
Anónimo lector: tanto le agradezco el comentario como la sinceridad vertida en los buenos deseos expresados.
Acostumbro leer, mientras cago, la columna que escribe el egregio Pérez-Reverte en XL Semanal. Viéndole articulista propicio para tales momentos, siquiera por la intuitiva y mayestática asociación establecida entre su prosa y la mierda, nunca fallo. Y hete aquí que osaba el tipo, dadivoso, repartir consejos a los sufridos lectores acerca de cómo escribir y qué esperar de la escritura. Según él, quienes aspiran al Olimpo literario deben constreñir su ambición, leer constantemente y pulir, arduo trabajo mediante, sus textos.
Sabios consejos. Lo que molesta, y mucho, es que sea esperpento semejante quien se arrogue la capacidad de darlos.
Blasphemy, se ha despachado usted a gusto con el académico, no se ha guardado nada para "los adentros". Le advierto de los contactos de Pérez-Reverte de sus tiempos de corresponsal de guerra y del calzado paramilitar que gasta. No le sorprenda si sufre algún accidente...
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