Un tal Terry Jones, al cual ilumina Dios del mismo modo que a otros el LSD, ha parido una idea que puede tener peores efectos que el impacto de un meteorito con la Tierra. Es cierto que el hombre sólo intenta ayudar a la justicia, y que no habría justicia si a una locura no se respondiese con otra, pero tal vez nos iría a todos mejor con la mierda de justicia que rige el mundo desde antiguo, esto es, la de que nos den a todos por el culo, que siempre es mejor que estar muertos. No obstante, aunque Terry Jones está chalado -y habría que aplicarle un tratamiento propio de guerra preventiva con experimentación de nuevos caminos científicos en absoluto desprecio de la moral-, su iniciativa, por muy infantil, no deja de manifiestar el hastío occidental respecto de todo lo que tiene que ver con el Islam.
Una vez más, el buen rollo no deja pensar bien a los occidentales. Encuentro muy comprensible que muchos en Occidente miren al Islam por encima del hombro, pero no a partir de la convicción de que Occidente es superior por ser cristiano, sino por ser, sin más, una puta mierda inmoral, una puta mierda que no tiene más religión que la economía, y en la que todo vale porque todo es posible.
Pero, precisamente porque Occidente es una mierda, es superior a todo lo demás, porque tal superioridad se expresa como libertad. Si algo caracteriza hoy a Occidente no es ya la ciencia, como defendían los filósofos del siglo pasado, sino la libertad. Y el Islam, tanto el de los países más pobres en los que es autoridad como el de aquellos que flotan sobre petróleo, es una religión incompatible con la religión occidental -la economía-, y es así porque la libertad occidental exige desprenderse de todo lastre cultural-espiritual: a nadie le interesa la profundidad del sujeto, sino el salario que está dispuesto a aceptar para seguir viviendo como un animal sin molestar a otros. ¡Eso es Occidente!
Los musulmanes se empeñan en tomar de Occidente todos los avances tecnológicos sin apreciar que nada es mejor que la libertad que se les ofrece; se niegan, pues, a ser libres, a comprender que la religión no puede ser estatal, institucional, omnipresente, sino cualquier cosa con la que un hombre vive en el misterio, en la soledad, a la espera de su suerte, sin importarle a los demás eso ni que coma calabazas.
Mientras Occidente espera a que los países islámicos despierten, se libran dos guerras, una declarada y otra no. Terry Jones es un guerrero de esta segunda, la que no se libra con armas convencionales, pero a la que no se pueden negar el espíritu de autodefensa y un sentido de puritana seriedad que se expresa en el texto de su convocatoria. Los medios de comunicación han pasado por alto el detalle en su mensaje. Interesados sólo en lo macabro sensacionalista, no han atendido a la precisión que sujetaba a la quema de ejemplares del Corán: sólo de 6 a 9 de la tarde, y tengo que felicitarle por la compostura occidental, por la mesura en la cólera, pues tan bueno es saber empezar como cuándo dejarlo.
¡Bravo por Jones!
Yvs Jacob
jueves, 9 de septiembre de 2010
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